La historia del asilo de ancianos que hemos venido escribiéndola en varios capítulos es algo que ya tenemos como parte de nuestra ciudad. Las Hermanitas de los Ancianos Desamparados llegaron en 1947 y las Madres Concepcionistas le ceden un local en la calle San Francisco que el ayuntamiento les subvenciona.

Los emeritenses se vuelcan durante estos primeros años hasta que se comienza, en 1955, a construir un nuevo centro para los ancianos, ante la necesidad que se les presentaba cada año a las Hermanitas y la imposibilidad de atender adecuadamente a los ancianos. Fueron 13 años de consolidar su estancia en Mérida y la ayuda de todo el pueblo para conseguir sus objetivos

NUEVO EDIFICIO Se comienza en los primeros años de la década de los cincuenta a buscar un terreno para ubicar el nuevo asilo. Julián Olivas ayuda en esta tarea. Se cuenta con 390.550 pesetas. Se otorga escritura por el notario Rafael Valverde Grimaldi y en los libros del asilo dice: Julián Olivas se portó siempre como un verdadero padre.

Se busca financiación que llega a través del ayuntamiento, con 150.000 pesetas en un principio. El edifico se había presupuestado en cuatro millones.

Participan particulares y jóvenes, que se vuelcan en hacer festivales, rifas y hasta novilladas. No era suficiente y las peticiones eran constantes. El constructor Anacleto Barrau es otro de los artífices y se vuelca en llevar a cabo las obras. Hay pagos que se retrasan y los trabajos se prolongan varios años. Desde el inicio de las obras, en 1955, hasta la inauguración del edificio, en 1960, pasaron unos años de auténtica lucha por la supervivencia.

La concienciación ciudadana era total, pero hacía falta dinero y, poco a poco, con la ayuda de todos, se van consiguiendo objetivos y en la actualidad es uno de los centros más queridos y apreciados de Mérida.

En el año 1997 se celebran las bodas de oro de su permanencia en la ciudad y se hace por todo lo alto. Los medios de comunicación se vuelcan en reportajes de tal efeméride.

Hay varios emeritenses, entre los que destacamos a Angel Pacheco Pina, que se volcaron con la campaña del kilo, donde cientos de jóvenes recorrían la ciudad pidiendo un kilo de comida. Fue un éxito durante años.

La Cruz Roja ayudó con alimentos cuando llegaban de los excedentes europeos y cada vez que las Hermanitas necesitaban algo la colaboración era total. La campaña ha dejado de realizarse. Las Hermanitas de Ancianos Desamparados han consolidado su permanencia en la ciudad. El ayuntamiento emeritense, en agradecimiento a su labor ha levantado un monumento a la fundadora de la Hermanitas, Santa Teresa de Jornet, con dos ancianos a su lado encontrándose en una rotonda que hay cerca del asilo de ancianos.

En el año 1988 se hace una nueva reforma por el arquitecto Ceferino Bada Castañón y lo construye Vaysaca, cuyo propietario, Antonio Calvo, también ayudó todo lo que pudo en esta tarea. Se terminó en 1993.

En la actualidad está la madre superiora María Livia Cifuentes y las monjas Sor Agueda Carrera Medrano, que lleva más de 30 años en Mérida, Sor María Granada Pozo, Sor Santiaga Serrano Zarzo, Sor María Marín Llanos, Sor Adela del Coso y Sor Ormecinda Tapia, que hacen la labor de cuidar a 95 ancianos.