La historia del asilo en Mérida se ha podido escribir gracias a la colaboración de muchas personas que han vivido desde el principio el desarrollo de esta institución.

En 1955 se comenzó a buscar un terreno. Llevaba varios años en la calle San Francisco. Se había quedado pequeña y el ayuntamiento, para un presupuesto de 4 millones, entregó 150.000 pesetas que sólo cubría un comienzo. Se tenía que producir un milagro o era imposible conseguir este nuevo edificio. Destaca para comprar el terreno Julian Olivas. Se hicieron los proyectos y la obra comenzó poco a poco, ladrillo a ladrillo y a seguir rezando, no quedaba otra. Las oraciones dieron su fruto y en 1960 se consigue entrar en el nuevo edificio, que ha cambiado mucho con el actual. Era un paso importante tener dormitorios para hombres y mujeres, enfermería, capilla, salón para comer, cocina y una despensa que los emeritense iban surtiendo de lo que podían.

Han pasado 59 años y se ha consolidado. No es el asilo de ancianos desamparados sino la residencia de Santa Teresa Jornet, es como se llama actualmente. Se encuentran personas mayores de todas las clases sociales. Ya es una auténtica residencia con todos los adelantos, con todo el cuidado del mundo por parte de las monjas y con la ayuda de muchos colaboradores que van cada día a ayudar a las hermanas como una obra que algunos se han impuesto de forma desinteresada.

De las muchas personas que han colaborado desde el principio tenemos que destacar, aunque lo hayamos hecho ya, a Julián Olivas, ya que la propia Superiora General Sor Mercedes del Niño Jesús Villarrica, desde Valencia le escribía el 23 de diciembre de 1957 una carta saludándole, felicitándole las Pascuas a él y su familia por la colaboración prestada, por las fotos que le había enviado para que comprobara que era un milagro lo que se estaba produciendo en Mérida con la construcción del asilo y que sabía que era el alma y la vida de todo aquello.

"¡Que Dios se lo pague! --dice la superiora general-- que es lo mejor que le podemos desear, pués ha de ser muy agradable a Dios ese interés que tiene para que los pobres ancianos tengan un albergue tan confortable. Reciba el saludo de estas madres que todas le recuerdan con admiración y afecto, quedando de V. afma. en los Sagrados Corazones". Hoy este asilo, ya residencia es un lugar de encuentro de muchas personas, un lugar donde se vive la vocación y el trabajo de las hermanitas y, ante todo, que estos reportajes, sean un homenaje a todos los que de una u otra manera contribuyeron a realizar esta obra, principalmente a las decenas de hermanas que han pasado por aquí.

SOR MARINA Una de las madres superioras, Sor Marina, se encuentra enterrada en nuestra ciudad, el sepelio fue una manifestación de duelo de toda la ciudad por su labor como primera madre superiora del asilo. La residencia Santa Teresa de Jornet es un lugar de encuentro donde hemos ido a visitar a muchos amigos que han deseado pasar los últimos años de su vida en un lugar acogedor y entrañable. Mérida puede estar orgullosa.