Los últimos datos no vienen más que a confirmar que el 2020 será un año nefasto para el turismo. La campaña de verano trajo algo de esperanza con la celebración del Festival Internacional de Teatro Clásico y los conciertos del Stone and Music, pero ahora el cierre perimetral de prácticamente todas las autonomías hace que los hoteles de la ciudad se mantengan con una ocupación de entre el 10% y el 15%.

«El turismo cero, todo lo que hay son reservas laborales y de empresa», dice José Luis Hernández, presidente de la Asociación de Hoteleros de Mérida (Ashomer) y director del Tryp Medea. Por el momento todos los grandes alojamientos de la ciudad siguen abiertos, aunque no se sabe por cuánto tiempo porque dependerá «del músculo financiero» de cada hotel. «Estamos haciendo un esfuerzo porque cerrar supone no volver a abrir hasta cerca del verano», explica Hernández.

Para minimizar las pérdidas y poder cuadrar números la mayoría han optado por reducir servicios extra como la cafetería, el gimnasio o el spa, algo que los clientes «sí están entendiendo», asegura el presidente de Ashomer. El sector está aguantando el tirón durante el mes de noviembre y mira con cierta esperanza a diciembre, pues aunque no serán unas navidades normales, sí confían en que la curva de contagios mejore y la movilidad permita algo de turismo nacional.

Estos dos meses vendrán a dar la puntilla a un sector que se ha visto especialmente afectado por la crisis del coronavirus. Las reservas en el mes de julio apenas superaron el 47% de ocupación y en agosto la situación no mejoró mucho más tras la adaptación del aforo del teatro romano. Una situación que contrasta enormemente con la vivida en 2019, cuando Mérida alcanzó cifras récord en el número de visitantes gracias al tirón del público extranjero. Según los datos del INE, llegaron un total de 262.800 turistas, el 21,1% de ellos de fuera del país.