Ls pesos pesados de la política emplean los mismos métodos para los nombramientos y los miran con lupa para evitar equivocaciones. Los que se encuentran a su vera los adoran. No discuten con ellos. Ni se les ocurre. Y si juegan a algo, los hacen desaparecer de forma inmediata.

Si el presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, y el alcalde de Mérida, Pedro Acedo Penco, se llevaran bien, la ciudad subiría con tal rapidez que los celos regionales estarían a flor de piel.

De ahí que no interese y no convenga a unos y otros esta amistad. Mérida, por un lado y otro, ha conseguido obras de tal importancia que se palpa en el ambiente: Biblioteca del Estado, Campus Universitario, Tercer Milenio, Palacio de Congreso, Escuela de Administración Pública, las nuevas sedes y las que se van a realizar de la distintas consejerías y los espacios que está recuperando el Consorcio de la Ciudad Monumental... y el paseo del río Guadiana, encauzamiento del río Albarregas, Centro Cultural Alcazaba, paseo perimetral y obras que han realizado en el lago de Proserpina, eliminación del escaléxtric, aparcamientos, paseos, rotondas y zonas verdes.

¿Y si se unen?. Se harían obras que repercutirían de forma positiva como en el antiguo cuartel Hernán Cortés y Guardia Civil, así como pensar qué se hace con los terrenos de la antigua algodonera. Se estudiaría en conjunto la posibilidad del Museo Nacional de Arte Visigodo y otras muchas obras que harían de Mérida una ciudad envidiable. Seguro que a más de uno le viene bien estas disputas, enfrentamientos y enfados políticos.

No me imagino a Ibarra y Acedo compartiendo solos una ración de callos con una botella y ofreciéndose un pitillo. Si así fuera y al tomar la copa se les viera paseando juntos por la ciudad, alguno sufriría de celos políticos. Hoy por hoy es una utopía, no descartable, pues se dice: que en política se hacen extraños compañeros de cama .