TNto pretendía incidir directamente en lo que sobra y lo que nos hace falta en esta ciudad para que podamos estar a la altura de las circunstancias, pero de vez en cuando hay que refrescarle la memoria a quienes tienen la obligación de poner las cosas en su sitio y no lo hacen. Para empezar, me gustaría resaltar que nos está sobrando el tuteo y el descaro que están utilizando los dependientes comerciales y camareros en general, todo porque nos faltan empresarios que sepan estar a la altura de las circunstancias y exigir a sus empleados un trato diferente para sus clientes. Esto denota falta de formación, aprendizaje y civismo, y eso en Mérida no nos lo podemos permitir.

Nos está sobrando la residencia oficial del presidente autonómico porque nos falta la presencia física del mismo a la hora de dormir, con el consiguiente agravio económico que esto causa al erario público por culpa de sus desplazamientos. Dinero. Sí, dinero. Nos están sobrando desaprensivos, saltimbanquis veinteañeros con pelo en pecho, bicicletas y patines que están destrozando noche tras noche el mobiliario urbano de la Plaza de España. Allí echamos en falta una Policía Local que sea capaz de terminar con ese desatino y con otros como el depósito de papeles en las calles y las heces caninas sin recoger. Eso sí que sería una buena acción recaudadora para nuestro pobre ayuntamiento.

También nos sobran las fuentes públicas del centro de Mérida (con lo bonitas que son...) aunque parezca una contradicción, sobre todo porque a Mérida le podrán faltar otras cosas, pero desde luego agua no. Se ve que nuestro Ayuntamiento se ha tomado muy en serio lo del ahorro y los recortes, pero debería recordar que Mérida es Patrimonio de la Humanidad y con este recorte no vamos a ninguna parte.

Por último y sin ánimo de molestar a nadie, creo que nos están sobrando jactanciosos políticos descamisados que hacen exaltación de un exacerbado progresismo participando sin chaqueta ni corbata en los actos oficiales. Con lo baratas que se encuentran en épocas de Outlet. Marx, Lenin, Engels, Trotski y hasta Putin han llevado corbata e incluso pajarita.