TYta sabemos que los jueces no castigan la indigencia como en la época de Franco, con aquella ley de "vagos y maleantes" y que para ellos, esa situación no solamente no está penalizada en el Código Civil, sino que además es digna de lástima para el resto de nuestros conciudadanos y que todos debemos una cierta consideración para los que se encuentran en esa situación tan penosa. Visto de esta forma, parece que tiene que ser así, pero: ¿Todos pensamos de igual manera?

Afortunadamente, no todos los indigentes que vemos son de Mérida, aunque alguno lo sea. Sabemos que en los centros de acogida se refugian muchos y que algunos, no todos, salen en sus horas libres para extorsionar todo aquello que cae cerca de sus manos. Eso sí lo sabemos. También somos conscientes de que con su presencia por las calles aledañas al Teatro Romano, Santa Eulalia y plaza de España espantan a los turistas que nos visitan para presenciar las representaciones del Festival de Teatro Clásico. Claro que lo sabemos.

Los que duermen en las antesalas de los cajeros bancarios no son de aquí. Los que extorsionan y roban en los cajeros de las cabinas telefónicas tampoco son de aquí y no son de aquí los gorrillas que siguen existiendo en contra del criterio del ayuntamiento, que siguen incordiando y pidiendo en determinados aparcamientos céntricos de la ciudad. En cambio, sí son de aquí algunos que se han apropiado indebidamente de bancos de asiento en pleno centro de la ciudad, manteniendo sus pertenencias día y noche en cajas de cartón y plásticos como prendas de abrigo, dando una imagen distorsionada de la ciudad que no le corresponde.

Esto, señora vicealcaldesa y delegada de Seguridad, con todo nuestro respeto, no es de recibo. Como tampoco es de recibo que estas personas a las que me refiero, estén malviviendo de la forma que lo hacen y publiciten con sus formas de vida situaciones que a día de hoy nadie las puede entender, sobre todo existiendo como existen Centros de Acogida para atender este tipo de situaciones. Estas cosas en Mérida no deben ocurrir, y yo no me las he inventado, son una realidad tangible que estamos obligados a denunciar.