Las promesas cuando se hacen hay que tener cuidado en realizarlas.

No está el momento para echarse faroles. Hoy, todo el mundo intenta apagar fuegos.

La concejala responsable del lago de Proserpina en el municipio, Carmen López, ha dicho en televisión, prensa y radio que se iluminarán y pavimentarán las calles del lago de Proserpina.

Hay que cuidarlo más con el calor que se nos avecina: limpiar las orillas, algunas están hecha una pena; reparar el paseo perimetral, hay maderos que reponer, farolas tiradas por los suelos, plafones que no existen; y hacer una limpieza generalizada en los lugares donde están los contenedores. Los vecinos se han empeñado en poner junto a los contenedores pastos, ramas, muebles, frigoríficos... una pena, y se ven en la misma avenida de Proserpina.

El verano está aquí, a la vuelta de la esquina. Los chiringuitos siguen sin agua potable y sin servicios; la Cruz Roja hecha una pena con un aspecto deplorable; la ermita de San Isidro, pintaba, abierta y destruyéndose, el centro de interpretación entre escombreras; algo que no va a lucir y está quedando perfectamente, pero es un diamante en medio de un estercolero.

No es sólo, Carmen, la pavimentación e iluminación de las calles, es algo más. Este pulmón tiene que cuidarse porque es el único que tenemos. El río Guadiana antes era lugar de baños pero está contaminado y bañarse en él es peligroso.

Pensar en las piscinas municipales o particulares, aunque haya muchas, no se puede jamás sustituir por un baño en las aguas del lago de Proserpina.