Las declaraciones a la SER del emeritense Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidente de la Junta de Extremadura, han levantado vientos y tempestades.

Tiene poder de convocatoria. Ayer toda la prensa nacional se hacía eco de estas manifestaciones y cada uno ponía lo que le venía en gana. Nada que ver con las verdaderas palabras de Ibarra, que tiene que estar hasta los mismísimos de unos y otros.

Tienen que aprender a ganar unas elecciones por mayoría absoluta después de más de veinte años en el gobierno, y si se va es porque está cansino de tanto político de tres al cuarto o porque le da la real gana.

Nadie duda, ni los de derechas más recalcitrantes y de toda la vida, que Ibarra defiende los derechos de los extremeños en cualquier foro y lo ha demostrado en repetidas ocasiones. Miedo da que se vaya y venga algún paniaguao a intentar ser el salvador y que nos mande a situaciones anteriores.

A los de la derecha generacional les pone nervioso tener que reconocer que tenemos un presidente que nos defiende, que sólo podrán acceder al poder si se marcha, e interpretan sus deseos y lo magnifican sabiendo que es mentira, aunque después se den golpes de pecho, inclinen la cabeza y miren al cielo pidiendo mercedes. Ya lo saben, a Ibarra le da tres leches los políticos que sólo piensan en el poder para gobernar y no en el poder para sacrificarse por sus ciudadanos. Y, zapatero a tus zapatos.