Los que escribimos, con cierta frecuencia, sobre nuestra ciudad: de políticos, anécdotas, personajes, comentarios de Mérida, de la región o de España, lo hacemos desde la libertad que nos da EL PERIODICO EXTREMADURA. De las 4.000 columnas que he escrito en este diario, he podido cometer algún error, pero nunca he insultado a nadie y dentro de lo que escribo, si alguna persona se siente ofendida, está el juzgado. Cada vez que escribo mi columna, doy mi nombre, lo que no hacen los autores de los comentarios en la web, en ocasiones con insultos inapropiados, siempre desde el anonimato. Cada día doy todo lo que tengo. Naturalmente, a unos les gustará y a otros no, normal. Es incluso criticable y se acepta, pero esos comentarios, con nombres y apellidos.

No es justo que bajo el anonimato se puedan encontrar comentarios que incluso incluyen insultos a la familia, intentando destrozar toda una labor de años. Todo el mundo tiene derecho a expresar sus opiniones, pero no bajo el anonimato, porque deben ser personas que no duerman bien, se sientan frustradas y sólo pretendan en su desahogo arremeter contra los que escribimos. Una persona a quien dediqué un comentario, fue insultada con violencia, hasta el punto que tuvo que ir al juzgado para denunciarlo y, hoy, con los adelantos informáticos, se puede saber quien escribió la barbaridad que se le decía.

Otro entrañable amigo recibió tales insultos que me decía: "Lo que no puedo consentir es que se viertan comentarios injustos y ofensivos contra mi persona e incluso mi familia, como así ha sucedido según me han informado varios amigos, entre ellos dos periodistas. Y es que suele suceder que cuando se da una noticia, ciertos canallas, porque no se les puede calificar de otra manera, amparados en la cobardía del anonimato y dando rienda suelta a sus frustraciones y bajos instintos se dediquen a atacar todo lo que se mueve. Es por ello que algunos medios estén considerando eliminar esos comentarios, que muchas personas han dejado de leer".