La nueva directiva del Liceo ha puesto en marcha su plan para reflotar una sociedad que, a pesar de contar con más de cien años de historia, no pasa por su mejor momento. En la Asamblea General Extraordinaria de socios celebrada el lunes se aprobó, como estaba previsto, la impugnación del acuerdo de venta de la sede de la sociedad, al que se llegó en otra reunión el pasado mes de junio, al considerarla lesiva a los intereses de la asociación. Se trata de una operación paralizada cautelarmente por decisión judicial tras el recurso presentado por un socio, Dionisio Blanco, quien tiene previsto seguir adelante con el litigio contra la anterior directiva.

Por otro lado, también se apoyó la segregación de parte del inmueble. En concreto, las instalaciones del bar La Bodeguilla y las oficinas de Tragsa. Con ello, la sociedad espera blindar su patrimonio ante posibles dificultades económicas. De momento esperan poder alquilar estos inmuebles y, si es necesario, venderlos para obtener liquidez.

Como novedad, se anunció a los socios la realización de una auditoría general de la sociedad para conocer el estado de las cuentas y también para depurar responsabilidades en el uso irregular de los fondos que los socios consideran que se ha podido producir en los últimos años.