Como a Pedro Acedo se le meta entre ceja y ceja, cosa algo difícil, poner el nombre de una calle a Luis Ramallo, se la pone. Y es posible que la calle se convierta en una plazoletita coqueta, con su rotonda, su césped y su riego por aspersión o goteo. Pero calle o plaza la tiene.

Ya hemos escrito en varias ocasiones del tema del callejero. Un nombre que tiene sobre la mesa el alcalde es el de ´Felipe Corchero , lo mira con lupa a pesar de estar avalado por los dos cronistas oficiales: José María Alvarez y José Luis Mosquera, y un dosier con sus merecimientos que le hemos remitido para avalar esta posibilidad y no olvidar a un hombre, filántropo como pocos, que hizo mucho por esta ciudad en todas las instituciones sociales y religiosas que se lo pedían, al margen de crear cientos de puestos de trabajo en sus industrias.

Y hay otros muchos nombres más que no nos explicamos su reticencia a no ponerlos. O no estudiarlos. Ahora no podemos echar la culpa a Primitivo Muñoz, que quitó el nombre de una calle a un hijo de Luis García de la Puente en la barriada de Santa Eulalia, hecha por Luis, al confundirlo con un jugador del Barcelona.

No hemos visto reflejado en las nuevas barriadas nombres que merecen tener un recuerdo para ellos, como Ana Finch, poetisa, escritora y una mujer adelantada de su tiempo; Concha Soler Nogales, maestra en Trajano durante varias décadas, tiene noventa y dos años y todavía con una memoria prodigiosa; o Pedro Rodríguez de Tena, párroco de Santa María que supo entrar y salir por la puerta grande de la ciudad.

Mérida pude presumir de tener hombres y mujeres que han destacado como políticos, escritores, religiosos, industriales, militares...

Quienes formen parte del callejero no tiene que romperse la cabeza por encontrar nombres con merecimiento suficiente para tener una calle, no la tienen. Agradecer una dedicación durante toda su vida por la ciudad es de obligado cumplimiento.