"Me va, me va, me va, me va, me va", se canturreaba ayer por Mérida. La presencia de Julio Iglesias en la ciudad se dejó notar en diferentes puntos, como la puerta del hotel donde se anunció que se alojaba, el Mérida Palace, en la que seguidores como Carlos Serradilla y su hermana Noelia esperaron horas para intentar saludar al cantante. "Solo le hemos visto pasar en un coche", explicaron, emocionada ella y algo más desilusionado él. "Llevaba el pelo hacia atrás y una camisa blanca", comentaba Noelia a quien, como María, una vecina de la zona, preguntaba por el artista. "Vivo aquí cerca y he pasado 20 veces, pero no ha habido suerte", comentaba la recién llegada.

A las puertas del teatro romano, un centenar de personas ya esperaban media hora antes de la apertura. "Hemos venido para coger sitio porque nuestras entradas no están numeradas", Amparo Coco y Marisol Polo, dos amigas residentes en la ciudad que, tras dejar a los maridos "en casa", se dirigieron al teatro armadas con "cojín y bocadillo, como sabemos los emeritenses". "Es el más grande de todos los tiempos", destacó Lali Durán, con sus hermanas Inés y Nuria, que esperaban a su padre para el concierto, pues él les inculcó la afición por Iglesias "desde pequeñitas". "Estamos emocionadísimas de verle por fin". A gran parte de Mérida y su entorno también le va, le va Julio Iglesias.