Luis Rafael Hernández, de 40 años, tiene una ilusión en la vida: independizarse. Reconoce que está contento viviendo con su madre Modesta Sierra, La Mode para él o ‘La Jefa’ (cuando se enfada), sin embargo, también considera que ha llegado el momento de salir del nido materno y volar solo como ya hiciera su hermana. «Mi sueño es independizarme para aprender a manejarme por mi cuenta», sostiene.

De lunes a viernes, este emeritense acude de 9.00 a 17.30 horas al centro ocupacional de Plena Inclusión Mérida, donde trabaja en el taller de cerámica y recibe terapias que le ayudan a potenciar su autonomía personal. Asegura que está «feliz» en el centro, pero ahora tiene un motivo más de alegría, ya que junto a otros compañeros va a mudarse a una vivienda tutelada.

Las obras y el equipamiento de este inmueble cuentan con la cofinanciación de la Fundación ONCE, Caixabank y el Ayuntamiento de Mérida, que recientemente ha aportado una subvención de 22.000 euros.

Esta vivienda se ubicará en un anexo del centro residencial que Plena Inclusión tiene en la calle Denario, por lo que estará plenamente independizada de este. Se estructurará en cuatro habitaciones dobles con baño propio, cocina-comedor, aseo, salón, distribuidor y recibidor. Cabe señalar que las habitaciones podrán ser compartidas por los usuarios, por parejas si se diera el caso, y se podrían reestructurar para que algunas fueran individuales. En ella, se atenderá a ocho usuarios mayores de 18 años con discapacidad intelectual o funcional y un alto nivel de autonomía.

«Con esta vivienda queremos apoyar a las personas con diversidad funcional-intelectual para que se independicen, fomentando su autonomía e independencia, mediante apoyos, en unos casos puntuales y en otros más extensos», explica la gerente de Plena Inclusión Mérida, María Bazaga. A través de este proyecto habitacional, se trabajará sobre todo en un modelo de apoyos personalizados, en aprendizajes útiles que ayuden a los usuarios a mejorar sus habilidades de comunicación y a resolver problemas que vayan surgiendo. Estos también ganarán en seguridad, confianza y autoestima, al tiempo que verán potenciada su red de relaciones interpersonales con sus familiares, amigos, compañeros y vecinos, ya que otro de los objetivos es que sean muy partícipes de los recursos comunitarios.

«La vivienda para nosotros es un sueño cumplido, porque siempre habíamos soñado que ellos tuvieran derecho a vivir de forma independiente. La discapacidad intelectual necesita muchos apoyos y Mérida capital necesita una vivienda de este tipo», recalca. La gerente señala que, de momento, van a entrar en la vivienda seis chicos y chicas que acuden al centro ocupacional a trabajar en los talleres de cerámica y de carpeta, por los que reciben un sueldo al final de mes a través de la venta de los productos. «Son chicos con grandes capacidades que, con unos pequeños apoyos, pueden tener una vida independiente», apunta. Pese a ello, la idea es que en la vivienda siempre esté algún monitor o educador social para ayudar a los chicos en el día a día, tanto para hacer la compra, como para cocinar o realizar las tareas domésticas.

En cuanto al pago de este servicio, Bazaga explica que en un principio los usuarios deberán de abonar el 100%. Debido a que la residencia de apoyo intermitente o limitado está subvencionada por la Consejería de Sanidad y Servicios Sociales, que determina los usuarios que pueden acceder a ella, la gerente prefiere que a la vivienda accedan solo los chicos de Plena Inclusión, de ahí que prefiera una gestión privada. Por otra parte, destacar que Plena Inclusión Mérida ofrece en sus instalaciones de la calle Cabo Verde otros servicios para personas con discapacidad: atención temprana habilitación funcional, centro ocupacional y centro de día. En la actualidad, este centro cuenta con un total de 450 usuarios y un centenar de trabajadores.