Miles de emeritenses salieron ayer a la calle para participar en los actos religiosos con motivo del día de la patrona, la mártir Santa Eulalia. A ello contribuyó sin duda el buen tiempo reinante, ya que a pesar de que hacía frío lucía el sol.

Los actos comenzaron con una misa en la concatedral de Santa María a las once de la mañana a la que siguió una procesión multitudinaria, en la que participaron representantes de las asociaciones religiosas de Mérida y de las cofradías de la ciudad portando sus estandartes. Tras la imagen, las autoridades civiles, religiosas y militares, con el alcalde, Pedro Acedo, y el portavoz del grupo socialista, Angel Calle, a la cabeza.

La procesión recorrió parte de la plaza de España, la calle Santa Eulalia y la Rambla entre una multitud de emeritenses y en medio de numerosos vítores en honor a la mártir que se incrementaron al llegar a la basílica, donde el público se agolpaba a la entrada.

Previamente, se había celebrado una ofrenda floral en el hornito organizada por la asociación folclórica Nuestra Señora de la Antigua.

Sobre la una de la tarde se inició una misa oficiada por el arzobispo de Mérida-Badajoz, Antonio Montero, y el clero de Mérida. El arzobispo, en su sermón, dio algunas pinceladas históricas de la época en la que vivió Eulalia y de los historiadores que se hicieron eco del martirio. Además reivindicó la figura de la mártir como patrona de la juventud, "ya que refleja todas las virtudes de la juventud en estado puro, la adolescencia".

Los actos terminaron con una pitarra en la plaza de España, donde se ofrecieron 180 litros de vino de la bodega de Santiago Carrasco y 350 raciones de migas extremeñas servidas por el restaurante Proserpina.