Al alcalde de Mérida Pedro Acedo le gusta montar en bicicleta y así soltar la glucosa, el colesterol y los trigliceridos. Le gusta dar la vuelta al paseo perimetral del lago de Proserpina, cinco kilómetros. Se le ha quedado pequeño el paseo y toma la carretera del lago que pasa por la presa, sigue por los chiringuitos y llega hasta la finca municipal de Royanejos. Se recorre diez o quince kilómetros. Lo he encontrado en ambos paseos varias veces. Suda. Se fatiga y saluda con una mano, la otra no pierde la vista del manillar.

Un poco más difícil, como en el circo, se monta en su bici y se nos larga por el Camino de Santiago, cuestas de vueltaciclista , y para que aprendan los nuevos concejales se lleva a Luis María González a su derecha, es más de esta tendencia, y le explica por el camino como debe llevarse el colegio Trajano a la antigua Politécnica; el conservatorio municipal que lo pague la Junta y la escuela de Idiomas que se monte en el campus universitario. No se lleva a Francisco Robustillo, porque este concejal es más de caza que de bicicleta.

A su izquierda va Alfredo de la Rubia, un buen médico, psiquiatra y de medicina general, lo sabe todo y te puede sacar de un susto, y así va con todas las de la ley, le manda descanso en los momentos oportunos. Lo que no se como Alfredo ha seguido los pedales del alcalde, tiene que haber truco.

Han recorrido ciento cincuenta kilómetros en tres etapas, de cincuenta por día. Da miedo hacerse concejal y acompañar al alcalde en bicicleta. Lo mismo te quedas en el sillín. En este recorrido por tierras portuguesas y gallegas, el Camino de Santiago, iba también su hijo Pedro que se entrena en Mérida con el padre. La edad es la edad. El padre quiere seguir su ritmo y un día de estos le va a dar algo. ¿Se imaginan a Robustillos haciéndole un boca a boca?

Las mujeres van al gimnasio y entrenan por si reciben una citación de paseo perimetral en bicicleta.