La principal virtud de Mérida se convierte en muchas ocasiones en su mayor obstáculo. La riqueza arqueológica de la ciudad complica, retrasa, condiciona y en ocasiones descarta proyectos urbanísticos públicos y privados. El Proyecto de Modernización y Adecuación Turística de la Ciudad, dotado con más de cinco millones de euros con cargo a los fondos ICO del Gobierno central, incluye la extensión de la plataforma única en el centro de la ciudad y en el entorno del recinto monumental de Teatro y el Anfiteatro romanos, entre otras actuaciones.

El ayuntamiento quiere aprovechar estas obras para eliminar un elemento que daña la vista de los turistas que visitan una ciudad Patrimonio de la Humanidad, como son los contenedores de basura, que afean estampas como la del Arco de Trajano, la Alcazaba o las inmediaciones del Museo Nacional de Arte Romano.

Conforme se van desarrollando las obras para sustituir el pavimento se van buscando los lugares apropiados para enterrar los cubos de la basura. Se trata de una tarea muy complicada debido a los restos que se encuentran bajo el suelo. Este tipo de contenedores necesita una profundidad de al menos dos metros.

Esta cota se ha alcanzado ya en la confluencia de la calle Morerías con la Plaza de Roma, junto al nuevo acceso a la Alcazaba y el comienzo del Puente Romano. Catas que fueron realizadas en el año 2007 apuntaban que ocurre lo mismo en la Plaza del Rastro, gracias a que coincide con el foso de la muralla. Sin embargo, deben aparecer nuevos puntos que hagan viable la adquisición por parte del ayuntamiento de un camión especial para la recogida de basuras en estos cubos subterráneos.