Un complejo sistema de tensores interconectados a un ordenador, que medirán las vibraciones a las que se someterá el acueducto de San Lázaro durante la apertura de una puerta que comunique las barriadas de Santa Catalina y San Luis, controlará que no afecte a la estructura de este monumento del siglo XVI, ni ponga en peligro su integridad durante los trabajos.

La apertura de un paso entre las dos barriadas es una vieja aspiración de la asociación de vecinos de Santa Catalina, a la que accedió la Confederación Hidrográfica del Guadiana, que sacó la obra a concurso. Fue adjudicada por 180.000 euros a la empresa Geocisa y Carija. El proyecto fue elaborado por el Consorcio de la Ciudad Monumental. Los trabajos comenzaron a principios de enero con unas pruebas de fuerza en los sillares del monumento que fue superada.

La obra consiste en suprimir la escalera metálica actual y cortar el acueducto con una radial para abrir una puerta guardando la misma proporción que el resto de los arcos. El problema es que la mampostería no es de buena calidad, por lo que se han tomado una serie de precauciones, traducidas en un trabajo de tres meses de ensayos. Lo más llamativo es la instalación de unas sujeciones en el acueducto y unos sensores para determinar si el edificio se mueve, ya que si lo hace demasiado se tendría que paralizar la obra.

La puerta llevará unos refuerzos metálicos integrados para que no se vean.