La ocupación media anual del centro de acogida Padre Cristóbal durante el pasado año fue del 89,33%. La coordinadora del área de inclusión de Cáritas Diocesana Mérida-Badajoz, Piedad Soto, sostiene que como normal general el centro da respuesta a la mayoría de las solicitudes de acogida que se demandan, ya que de los 365 días del año tan solo ha estado 49 al completo.

En lo que va de año se han atendido a 176 personas, de las que 159 son hombres y 17 mujeres, con un total de 143 españoles y 33 extranjeros. Por su parte, en 2016 fueron 362 los usuarios atendidos, con una diferencia reseñable de 314 hombres frente a 48 mujeres. En este sentido, cabe señalar que las 28 plazas del centro se distribuyen en función de la demanda, sin embargo, este tipo de recursos es mucho más solicitado por los hombres que por las mujeres. "Hay menos mujeres en la calle y hay otros recursos específicos donde las mujeres acuden para plantear problemáticas", explica Soto.

El centro Padre Cristóbal de Mérida está dirigido a personas de entre 18 y 65 años que tengan autonomía para el desarrollo de su vida diaria pero que se encuentren en una situación grave de exclusión. En él se llevan a cabo varias líneas de actuación. Por una parte, la atención de las necesidades básicas de alojamiento, alimentación, atención médica, aseo personal y ropa. Asimismo, se realiza un proceso de intervención integral de acompañamiento que permita superar las dificultades que impiden el ejercicio de los derechos, la autonomía y la integración social de las personas. Además, el centro ofrece atención permanente las 24 horas del día a personas en riesgo o situación de máxima exclusión social con diferentes circunstancias personales: sin hogar, drogodependencia, enfermedades crónicas o mentales, patología dual, privación de libertad, ruptura y desestructuración familiar, inmigración en situación de irregularidad, enfermedad física, desempleo, violencia de género y filio parental, entre otras.

Para hacer frente a estos servicios el centro dispone de nueve trabajadores y 23 voluntarios. Soto destaca que "siempre es necesario el voluntariado en un proyecto como este", ya que requiere de "personas comprometidas con las personas que sufren, ilusionadas por construir un mundo más humano y con ganas de hacer un trabajo riguroso".