Hace más de siete años los socios del Liceo emeritense acordaron la venta de su histórica sede por 1,2 millones de euros, una cantidad que estaba por debajo de su valor de mercado, al oftalmólogo José Antonio Lillo. Hasta la fecha, este simbólico inmueble de la ciudad de titularidad privada sigue a la espera de reabrir sus puertas con un nuevo uso. La idea inicial de Lillo era adaptar el edificio, que se encuentra a la altura del número 41 de la calle Santa Eulalia para albergar parte de su importante colección de obras de pintores extremeños o instalar una clínica privada, sin embargo, en el año 2007 decidió alquilar el inmueble a alguna empresa o particular, de hecho, durante un tiempo colgaron carteles en la puerta del Liceo que anunciando su puesta en alquiler.

Cabe recordar que el Liceo llegó a tener 3.000 socios, pero en el año 2011 contaba con apenas 250, quienes utilizaban la institución como un lugar de encuentro para jugar a las cartas o al dominó, al tiempo que también se realizaban clases de baile y charlas, entre otras actividades.