El puente romano sobre el río Guadiana a su paso por Mérida tuvo peaje para el tránsito de personas, animales, vehículos y mercancías hasta mediados del pasado siglo XX, según indica el arqueólogo Francisco Morgado Portero en el boletín informativo Foro , del Consorcio.

Este puente fue un elemento fundamental de control fiscal, dado que el sistema hacendístico del Estado se sirvió durante siglos, a falta de medios técnicos para el control y la recaudación de impuestos, de una amplia red de personas encargadas del cobro de tasas que gravaban la producción, el transporte y la venta de mercancías así como el uso de determinadas vías de comunicación, informe Europa Press.

El importe de los derechos devengados por el paso del puente hasta 1795 los cobraba la Encomienda de Casas Buenas. A partir de 1836 los emeritenses dejaron de pagar por una Real Orden. Sin embargo, se siguió gravando la entrada o el paso de mercancías por la ciudad, cobrándose en el mismo lugar hasta mediados del siglo XX.