Por estas fechas suele decirse que a cada cerdo le llega su San Martín. El pestorejo, la parte de la cara del cerdo, es lo primero que se degusta en la matanza después del análisis del veterinario. En Cáceres lo llaman 'geta' y en otros lugares, 'careta'. Había una taberna en plaza de San Juan de Cáceres, frente a la iglesia del mismo nombre, que se llamaba Girones. Su dueño, un hombre mayor, te ponía un vino turbio de Montánchez y una fuente de porcelana llena de geta para tomar un trozo con un palillo. Pinchabas un trozo, uno solo por vaso de vino. Tenía ojos en la nuca el muy cabrito. Si te veía tomar uno más, con un vozarrón te decía: "¡Coño, que es solo un trozo por vaso de vino!". Allí no había bebidas refrescantes, solo vino y cerveza. A este bar, tasca o taberna, después lo llamaron La Universidad. Mi padre, que adoraba Cáceres y el vino de Girones, tenía en la pared un artículo suyo prendido de una chincheta.

Cerca, en la calle San Pedro, estaba la farmacia de mi tío Juan Delgado Valhondo , que ahora regenta su nieto Juan. ¡Como pasa en tiempo! En más de una ocasión, se reunían los intelectuales de aquella ápoca a tomar una copa y formaban una tertulia, que ya habían tenido de otra en la rebotica.

En Mérida hay un bar cuyo principal aperitivo es el pestorejo. Siempre lleno, es una fábrica de aumentar el colesterol y los triglicéridos, amén de la glucosa y el ácido úrico. Pero está tan bueno que un platito a dos no pasa nada. Y es verdad, no pasa nada porque está riquísimo. Por la afluencia diaria de clientes, diría que es el único lugar en el que no se nota la crisis.

Las tascas han sido lugar tertulias. En Mérida estaban El Botero, Antillano, Serafín, Briz, Metropolitano, Negresco (fue Barroso y ahora es Rafael), el Rincón de la Victoria, del inolvidable Mimi , El Ceja, El Pelón, Casa Benito, Casa Gaspar... Todos, con varias decenas de establecimientos más tienen su historia, pero han cerrado. Solo queda el recuerdo y los cuatro quioscos de la Plaza de España.