Las históricas instalaciones de la planta de Repsol Butano en el polígono Industrial el Prado quedarán totalmente desmanteladas y pasarán a formar parte de la memoria colectiva en un plazo de 3 meses. La decisión fue tomada por la multinacional debido a la bajada del consumo, lo que implica la fabricación de menos botellas de butano, ante el auge del gas canalizado y otra de las causas barajadas desde que se conociera la noticia fue la pérdida del monopolio en el sector por parte de Repsol, a la que le han salido competidores. Hasta el momento se desconoce el uso que se hará de las instalaciones tras las labores de desguace, pero se baraja la posibilidad de que se vendan los terrenos o que se utilicen como almacén.

La empresa Gestión de Desguaces y recuperación S. L. está llevando a cabo el desmantelamiento de las tres seseras -recipientes esféricos en los que se almacena el gas butano a baja presión- uno de las cuales tenía capacidad para 6.000 metros cúbicos y las otras dos para 2.000 metros cúbicos. Como señala Pablo Zubía, de Gestión de Desguaces y recuperación S.L en declaraciones a EL PERIODICO, "Para desmantelar las seseras, antes de proceder a cortarlas, se hace un barrido con nitrógeno para eliminar cualquier bolsa de gas que haya quedado almacenada en el interior. Después, se realiza un corte al perímetro de la esfera, que está construida con chapas metálicas de 30 milímetros, y se deja caer la mitad de dicha esfera, quedando el recipiente totalmente desmantelado".

La empresa encargada del desguace prevé que las obras terminen en un plazo de 2 a 3 meses. La eliminación de esta planta de Repsol Butano en Mérida, no afectará a los servicios técnicos y de reparto, que seguirán con su trabajo habitual.

Esta no es la única planta que Repsol ha decidido cerrar, pues desde el anuncio de la medida en 2006, se contemplaba la suspensión de las centrales de Mérida, Palencia, Alicante, Zaragoza, Granada y Sevilla. Tras el anuncio, la empresa inició conversaciones con los sindicatos, en las que se decidió el mantenimiento de la planta de Granada, el cierre de las instalaciones de la empresa en Mérida, Sevilla y Alicante, y la reducción de la actividad en las centrales de Palencia, Zaragoza y Madrid. De esta manera, se redujo el número de empleados afectados.

En Mérida, la planta contaba con 22 empleados. Algunos sufrieron prejubilación o el traslado a otras centrales, pero la realidad es que los afectados fueron más, entorno a medio centenar, contando sectores como seguridad o limpieza.