Manuel se aplica con su punzón sobre una lámina de cuero. "Repujado", explica, se llama la técnica por la que consigue tallar figuras con las que luego se pueden hacer adornos y accesorios. Es alumno del Centro de Educación Especial Emerita Augusta de Mérida, que acoge estudiantes con dificultades cognitivas y conductuales, pero estas semanas no le toca ir a clase, sino a la Librería San Francisco, en el centro de la ciudad, donde está haciendo sus prácticas. Forma parta de un proyecto por el que más de una treintena de negocios locales participan en la incorporación de los estudiantes a un entorno laboral durante tres semanas. "Es una buena experiencia para todos. Los alumnos, porque aprenden a desenvolverse en el ámbito del trabajo, y los centros colaboradores, porque la verdad es que están bien preparados y son muy especiales", explica Rosa Alvarez, una de las profesoras.

Ella es, precisamente, tutora de Manuel, puesto que se encarga de una de las clases del Programa de Cualificación Profesional Inicial (PCPI) en Piel y Marroquinería. Hay dos grupos, con 12 alumnos cada uno, y luego también hay PCPI en electricidad y carpintería. En cada especialidad, estima, participan entre 12 y 15 negocios y otras entidades de Mérida (también órganos de la administración pública, como la consejerías), por lo que suman más de una treintena de colaboradores.

"Hay muchos fijos, con los que trabajamos todos los años, y luego hay algunos que se van dando de baja y otros que se suman. Ultimamente si que hay quizá más casos de negocios que cierran o que están apurados por la crisis y prefieren no asumir estudiantes en prácticas, pero nos mantenemos", detalla Alvarez, que estima que esta iniciativa lleva al menos una década en funcionamiento.

Entre los que se acaban de incorporar, se cuenta la Librería San Francisco, cuyos propietarios, María Angeles Cabanes y Vicente Gómez, están encantados con la experiencia. "Nos enteramos porque mi hija es educadora social y habló con una profesora, que se lo propuso; nos parece muy agradable poder participar en esta iniciativa y los chicos que hemos recibido hasta ahora --dos, el último de ellos, Manuel-- son muy interesantes", explica Cabanes.

En el caso de este negocio, los estudiantes tienen un espacio de trabajo en la librería, en el que pueden mostrar sus trabajos al público, para darlos a conocer. "Sí me gusta estar aquí, la gente me pregunta, y les explico lo que hago", cuenta Manuel. Los clientes, por su parte, conocen esta técnica y, de estar interesados en adquirir alguna pieza, pueden contactar con el centro para encargarlas. Los negocios interesados en sumarse a la iniciativa, deben dirigirse al CEE Emerita Augusta, y además recibirán una pequeña compensación económica de la Consejería de Educación. "Pero creo que es lo menos importante, es mucho más interesante la experiencia, tanto para los estudiantes como para nosotros", comenta Cabanes.