El principal objetivo de los gamberros es ahora el lago de Proserpina. Son auténticos depredadores. La baranda derecha del puente que pasa por el embarcadero de la Sociedad del Tiro de Pichón y Deportes Proserpina, se la han cargado. Por el lado que da al embalse, el lado más peligroso. Y no se ha repuesto. Y varios troncos de la barandilla del paseo están o rotos o no están.

El puente que se está haciendo junto al aliviadero no va con la urgencia que el caso requiere para terminar de una vez por todas con la entrada y salida del agua. Este año, que se podía haber llenado al cien por cien, se ha tenido que limitar su entrada para hacer el puente.

Confederación Hidrográfica del Guadiana hace las cosas bien, pero lentas y hay que tomar algunas medidas para que Proserpina se vea compensada de una vez con un tratamiento de zona urbana.

La calle principal de la Asociación de Vecinos Proserpina es una pena. Hay trozos peligrosos que han levantado las raíces de un eucalipto que puede producir en los vehículos alguna seria avería o un accidente.

La primera autoridad, Pedro Acedo, lo sabe, ya que está muy cerca de su vivienda. En la zona del merendero Romano se estanca el agua. El ayuntamiento no hacen nada por evitarlo. Y lo saben. Y saben que un poco más adelante un hoyo de más de un metro de ancho y uno de profundidad que si se cae un niño puede ser mortal, al pasar un tubo de un metro de diámetro que desagua en el lago. Y los técnicos de obras de ayuntamiento lo saben.

Bien por el Plan de Excelencias Turística que va a posibilitar que se tenga un lugar donde se pueda explicar como era Proserpina. Muy bien. Pero antes, lo más necesario, lo urgente. Y, unos chiringuitos con los servicios más elementales. La charca está, aún con estas deficiencias, preciosa. Cuidémosla. Todos.