Los vecinos de Proserpina se debaten entre la decepción y la perseverancia para continuar reclamando mejoras en este particular barrio de Mérida localizado a unos ocho kilómetros al norte del centro y cercano al embalse conocido popularmente como "la charca". Tienen las prioridades claras: mejorar el alumbrado y el asfalto y dotar a la zona de alcantarillado. Además, piden agilizar la limpieza de muchos solares llenos de vegetación que ponen en riesgo las vivienda cercanas en un hipotético incendio. Están abiertos a asumir parte del coste, pero rechazan el argumento del consistorio de que son cuestiones que deben asumir los vecinos por sus especiales circunstancias. Es una urbanización construida de forma progresiva, no siempre con los permisos adecuados y en la que no ha habido una promotora que asumiera la urbanización de las zonas comunes. El alcalde, Pedro Acedo, ha manifestado en repetidas ocasiones que ciertas inversiones que precisa la zona deben asumirlas los propios residentes, poniéndose a sí mismo como ejemplo. La asociación vecinal critica que se trata más bien de un problema de "dejadez", porque no rechazan frontalmente que tengan que colaborar en la financiación de ciertas mejoras, pero también recuerdan que ya pagan un elevado impuesto de contribución.

"Las cuestiones pendientes son evidentes, mires hacia donde mires verás algo que se debería arreglar", manifiestan Angel González, vicepresidente de la Asociación de Vecinos Proserpina, que suma más de 150 socios, y Juan Moruno, vocal. Ambos no pueden entender como hay unas 14 calles sin alumbrado, mientras otras, en las que ni siquiera reside nadie, sí tienen farolas. Tampoco que no haya visos de mejorar el firme de las calles, en muchos casos casi impracticable, en una zona por la que no solo circulan los propios residentes, sino también quienes acuden a disfrutar de su ocio en el entorno del lago. "La calle principal, avenida de Proserpina, en un cierto punto deja de estar bien asfaltada y se encuentra llena de baches, al lado de otro camino de tierra plagado de socavones".

Lo mismo ocurre en muchas otras vías de las distintas zonas que componen la urbanización. Además, González echa en falta otras cuestiones, como la señalización de tráfico (hay pocas señales y algunas que se caen, no son repuestas) o la limpieza. El vicepresidente vecinal lamenta especialmente la falta de cuidado en el entorno del lago: "¿Qué imagen damos para cualquiera que se encuentra esto?", afirma observando bolsas llenas de latas, botellas y otros desperdicios. "Es falta de civismo, aunque quizá quisieron tirarlas pero no hay una sola papelera", plantea.