Manuel Vargas inició ayer una protesta de tres días ante el instituto Sáenz de Buruaga para mostrar su disconformidad por la expulsión de su hijo Abraham. El alumno, de 13 años y repetidor en primero de la ESO, recibió el pasado lunes una notificación que le informaba de una expulsión temporal jueves, viernes y lunes.

El padre se queja de que en el centro no le han querido dar por escrito los motivos de la expulsión, "que no son importantes, como levantarse sin permiso o negarse a sacar una libreta, pero no es agresivo ni se ha metido en peleas". Por eso considera que se le debe dar otro tipo de castigo antes de expulsarle, como limpiar el patio o un trabajo similar de ayuda al colectivo. "Que no le sigan el juego a los niños que no quieren estudiar y no los manden a casa para que estén con la play o todo el día tirados en el sillón", afirmó. También se queja de que no le hayan mandado deberes, "y se interrumpa su formación.

Por su parte, el director del centro educativo Manuel Acedo explicó que el alumno fue expulsado "por acumulación de partes de incidencia importantísimos. Y no se le mandó deberes porque dejó de venir el martes, aunque la expulsión empezaba el jueves".