Estaba Messi que se iba, se iba, pero no se ha ido, ahorita se queda, el año que viene veremos y en el camino ha perdido un partido. Este pequeñín llegó modestamente, tanto que lo ficharon en una servilleta de papel de bar, hablaba poco y solo en el campo (extraordinariamente), y este verano ha conseguido que aceptemos tabarra como información de compañía envuelto y revuelto con cláusulas y burofax y, a fuerza de dar la murga, ser la cuarta M del momento, a saber: Mascarilla, Metros, Manos (limpias) y Messi.

Que quieren que les escriba, yo también creo que es mejor irse demasiado pronto antes que demasiado tarde, irte entre expectación y provocación que no entre indiferencia; irte con 634 goles y 34 títulos (eso, es un dato) que no ¡hey! cansado de perder (póngale música de Julio Iglesias). Lo de Messi era obra de arte, el mejor futbolista que yo he visto, de cabo a rabo, de babor a estribor, pocos habrá como él en la historia (Pelé, Di Stéfano, Maradona, Cruiff, Cristiano Ronaldo, el Zorro Pla); un genio con el balón en los pies, pero todo pasa, todo pasará (música de Matt Monro) y uno que es feo, católico y sentimental, aunque no por este orden, siempre ha creído que el fútbol es emoción, sentimiento, pasión (inútil), tribu, aldea y a veces ¡ay! rebaño y, como las pasiones, y más las inútiles, duran lo que duran uno pasa de astro (’mítico’, ¡ja!) a estrella fugaz en un plis plas o, como hacía Messi en el campo, en un flip flop.

Como el adn catalán tiende a la queja esta polémica les ha venido que ni La Caixa lo supera, y a los que son mes-que-un-club no dirán que no les avisó Don Quijote cuando pasó por allí imaginando que no hay historia humana en el mundo que no tenga sus altibajos y aunque el de la Mancha lo decía por las caballerías (que nunca pueden estar llenas de prósperos sucesos) nos vale para este litigio. También dicen por Barcelona que si encuentran la vacuna del covid, si es de Bayer no la quieren por allí, pero deben ser habladurías.

Ahora que tenga cuidado el de Rosario con su zigzag porque la decrepitud del Barca es anticipo de la suya y sus goles serán habas contadas a partir de ahora; se me antoja que jugar con garbo, guardar la pelota y acertar en el marco lo tendrá más difícil, le van a faltar al respeto y pocos querrán salvar al Capitán Lionel que, de esta, ha salido más forrado (él y su padre). Escuché en Cardiff un proverbio galés que dice que quien quiere ser líder ha de ser puente. Pero ningún puente se hace sobre papel, papel de euro.