El pulso que le ha echado el alcalde, Pedro Acedo, a un numeroso grupo de constructores lo ha ganado en toda regla. Y no era fácil. Hay un profundo silencio. No es porque estén de vacaciones, que puede que alguno haya tomado un descanso para tranquilizarse y menguar el sofocón en la playa, es que ni uno ha salido a seguir el pulso. Acedo le dijo lo que nadie se ha atrevido y ni han chistado. Se gastaron un pastón en publicidad para dar conocimiento a los ciudadanos de lo que perdían ellos, los usuarios y el ayuntamiento, pero el gerente, que iban a por él, sigue, y, sus colaboradores también.

Si el alcalde de Mérida, del PP, hubiera sido del PSOE, arde en la plaza de España como en época de la Santa Inquisición. No ha pasado nada. El silencio ha sido su respuesta y el entrar por el aro como mandan los cánones de la actual corporación municipal emeritenses.

En Urbanismo se han topado también con el brazo derecho de Pedro Acedo, la concejala Pilar Vargas, que no se anda con mijitas y puede entrar a matar al bolapié en la suerte natural o suerte contraria. Le da lo misma darle o no salida, entra a matar y santas pascuas. Es un símil taurino, no la vayamos a liar que Pilar Vargas lo toma todo al pie de la letra.

Algunos se han arrepentido de la iniciativa, otros están con un cabreo permanente y en silencio y quedan los que esperan tiempos mejores porque esta batalla la han perdido. Desconocían el poder de Acedo y este ha aprovechado el momento para decirle que el que manda es él por obra y gracia de las urnas que una vez más le dieron mayoría absoluta. Ahí queda eso y las casas se siguen haciendo y los permisos de obras se darán según dictamine la Gerencia de Urbanismo que puso en marcha Pedro Acedo. No hay vuelta de hoja: el que manda manda y permisos con gerencia urbanística .

Por cierto, Pedro Acedo sí estuvo en el funeral de Luis Donoso, entre los pocos políticos que asistieron.