Diciembre de 1904 en Mérida pone fin a lo que hemos venido relatando mes a mes de lo más interesante a través de los medios de comunicación de entonces. Y, en el mes de diciembre, comenzaron los festejos con la Pura en las dos parroquias, Santa María la Mayor y Santa Eulalia, y sobre todo en el Convento de las Madres Concepcionistas donde se renueva el voto de la Inmaculada Concepción desde 1620 y en el año 1854 el Papa Pío Nono impuso el Dogma de la Inmaculada, que este año cumple su 150 aniversario.

La ciudad estuvo más animada que de ordinario, menos, según cuentan las crónicas, "una cencerrada estruendosa que los aficionados a este género de espectáculos arcaicos propinaron a dos novios, por permitirse casarse siendo el varón viudo y ambos maduros". El mes de diciembre ha sido en la ciudad de Mérida motivo de celebraciones múltiples. Ya en 1904 con la Pura el día 8 de diciembre; el día 9 con la velada que celebraba una procesión por la tarde de la Mártir Santa Eulalia, patrona de Mérida, desde la parroquia de Santa Eulalia a la parroquia de Santa María la Mayor, donde pasaba la noche; y en la mañana del día 10 la patrona volvía a su iglesia acompañado del pueblo con la presencia de todas las autoridades civiles, militares y religiosas de la provincia que venían a tal evento.

LOS FESTEJOS Vino de Badajoz para estar presente en estos días la banda militar del regimiento de Gravelinas. Desde la estación vinieron tocando pasodobles seguida por buena parte de emeritenses. Tocaron en las procesiones, en el teatro y por las calles produciendo gran entusiasmo. En la velada de Santa Eulalia en la plaza de la Constitución, hoy de España, entre las ocho de la tarde a las diez de la noche se quemó una colección de fuegos artificiales: ruedas, fuentes y demás aparatos pirotécnicos. Mucho público. Llovió y esto deslució un poco este acto y los ciudadanos se repartieron entre las sociedades recreativas, que tuvieron baile hasta la madrugada, como en el Círculo Emeritense, Liceo, El Círculo de Artesano, El Disloque y la Tercia.

Seis son las bellas que deben entrar a componer la junta directiva que formarán parte de una cuestación para los pobres de la Navidad: Mercedes Ossorio, Lolita Zabala, María Salanava, Ana Finch, Rogelia Corchero y Luisa Velverde, siendo la presidenta Eduvigis Aretio. Entre los muchos donantes estaba Felipe Trigo, con cinco pesetas. Se obtuvieron 735,60 pesetas.

JUNTA DIRECTIVA El Liceo celebró su junta ordinaria anual. Tenía esta sociedad una deuda de 6.520,05 pesetas y se había amortizado en el actual 1.917,30, que con 6.189,45, pagadas por obligaciones correspondientes suman 8.106,75, que es lo recaudado desde la fecha indicada al 11 de diciembre de 1904. Tenía unos ingresos de 750 pesetas mensuales, y de gastos 469, lo que le quedaba, 261 pesetas, era para atender otros gastos bancarios de amortización.

Se eligió por unanimidad la junta directiva. Comisión Administrativa: Eugenio Macías, Tomás Lancho y Juan Guzmán. Comisión de espectáculos: Santiago Salanava, Paulino Doncel y Francisco Corchero. Comisión de Instrucción: Raimundo Gascón, Antonio Pardo y Primitivo López. Seguía como presidente Eugenio Macías.

VIAJEROS Para pasar las navidades con su familia, llegó de Madrid el catedrático de Matemáticas en el Instituto Cardenal Cisceros Ignacio Suárez Somonte, al mismo tiempo que asistía al enlace matrimonial de su hermana Clara Suárez Somonte con el joven Enrique Isidro Andino, que se celebraría el 7 de enero próximo.

Llegó a Mérida desde Villagonzalo Pedro Campos de Orellana, cuya hija, Petra Campos de Orellana, se casó con el médico Joaquín Santel Delgado, que ejerció toda su vida en Guareña. Pedro Campos de Orellana era persona muy conocida y querida en Mérida donde asistía a los actos más representativos de la ciudad y se le tenía como un ciudadano emeritense, aunque vivía en Villagonzalo.

La Navidad del año 1904 pasó sin incidente digno de reseñar. Cena de Navidad en familia, con los apuros de entonces, Misa del Gallo con asistencia de todos los ciudadanos religiosos y la despedida del año, en la que se reunían en la Puerta de la Villa para recibir el año y posteriormente celebrarlo en las sociedades recreativas de la ciudad.