La celebración que tuvo lugar ayer para recordar la renovación del voto a la Inmaculada tuvo un carácter muy especial, el que infringe el final de una tradición centenaria pero también el que otorga el comienzo de otra nueva. Por primera vez desde 1920 dicho acto no se celebró en el monasterio de las Madres Concepcionistas, congregación que el pasado mes de noviembre puso fin a 412 años de historia ligada a la ciudad para integrarse en la comunidad de Mairena del Aljarafe, en Sevilla. La falta de vocaciones y el delicado estado de salud de sus integrantes habían reducido en los últimos años su capacidad para desarrollar su cometido.

La cita tuvo lugar en la Concatedral de Santa María --donde se celebraba con anterioridad--, en una eucaristía dirigida por el vicario episcopal Antonio Becerra y que contó con la presencia de numerosas personalidades de la sociedad civil emeritense, incluida una representación de su corporación municipal. La tradición por la que Mérida celebra la renovación del dogma de la Inmaculada se remonta al año 1620, mucho antes de que el Vaticano lo resolviera por mediación del Papa Pío IX en 1854. Pero este acto ha perdurado en el tiempo hasta que hace dos años el gobierno local de Angel Calle lo sustituyera por otro en el que se recuerda aquel hecho histórico. Según dijo hace un año el propio vicario ya no es necesario actualizar el voto.

Pero el año 2009 será recordado como el primero en el que en dicha celebración no participan las Madres Concepcionistas. Al menos físicamente, porque su recuerdo impregnó de principio a fin un acto que duró algo más de una hora. Antonio Becerra dedicó un recuerdo especial para quienes han dejado "un desgarro emocional" en toda la comunidad cristiana con su marcha, y recordó que la corporación municipal les ha concedido el escudo de la ciudad y que una placa recordará su paso en la iglesia donde fijaron su residencia.

También el alcalde dedicó palabras de afecto a las hermanas. En un escueto discurso, se comprometió a que el ayuntamiento garantice el recuerdo a quienes han dejado a la ciudad "un poco más huérfana" desde su marcha. No obstante se comprometió a que "los emeritenses las sigan recordando", al igual que el acto de renovación del dogma de la Inmaculada.

Una celebración que para el alcalde comporta un elemento conciliador para todos los vecinos de la ciudad "plural" en la que gobierna. "Seña de identidad" o "motivo de concordia" son algunos de los calificativos que en su opinión deben quedar grabados junto a la fecha del 8 de diciembre en la mente de todos los emeritenses.

El vicario aprovechó la presencia de la corporación municipal, entre cuyos miembros se encontraba el portavoz del PP, Fernando Molina, para exigir a los representantes de todos los ciudadanos que velen por quienes cada día sufren y que no olviden en sus tareas de gobierno a las "víctimas" de los "tiempos recios" que la crisis económica ha traído consigo para los bolsillos de los ciudadanos.