La entidad FundArte Ocular, propiedad del oftalmólogo José Antonio Lillo, tiene por fin vía libre para hacerse de pleno derecho con la sede del Liceo de Mérida. La sociedad dio el visto bueno al acuerdo de compraventa cerrado con la fundación el pasado mes de marzo, pero desde entonces no se han podido firmar las escrituras debido a los numerosos embargos que pesaban sobre la propiedad. De hecho, las deudas acumuladas por el Liceo en los últimos años motivaron la venta de su principal activo, el inmueble que ha ocupado en sus más de 110 años de historia y que tiene una superficie que supera los 3.000 metros cuadrados en plena zona comercial de la capital extremeña

El acuerdo se cerró en 1.225.000 euros, una cantidad muy por debajo de su valor de mercado. Sin embargo, suficiente para afrontar la deuda de 850.000 euros que arrastraba la institución, evitando así su desaparición al librarse del inminente embargo de sus bienes y su posterior subasta pública.

Esa cantidad se ha destinado a pagar deudas para levantar las órdenes de embargo que pesaban sobre la sociedad, que acudió a la ley concursal para ganar tiempo, un proceso desarrollado por el Juzgado de lo Mercantil de Badajoz. Sin embargo, también estaban en vigor embargos procedentes de procedimientos ordinarios en los juzgados de Mérida. Uno de ellos procede del proceso abierto por un socio, Dionisio Blanco, que había impugnado los acuerdos de una asamblea de la sociedad celebrada en el 2009 en la que se acordaba la modificación de sus estatutos, lo que derivó en una ejecución de títulos judiciales. José Fouto, el abogado contratado por el nuevo propietario del inmueble encargado de liberar de cargas a la propiedad, ha explicado a este diario que este último obstáculo también es historia tras recoger el mandamiento del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 2 que da por terminado el procedimiento, a instancias del propio socio, tras alcanzarse una solución amistosa entre las partes.

Con este último capítulo se cierra un largo y complicado proceso iniciado en marzo, habilitando la firma de las escrituras. Una vez que esto se produzca, los socios del Liceo, unos 200 en la actualidad (llegó a superar los 3.000), se trasladarán a las dependencias acondicionadas en el edificio anexo. Y es que el acuerdo suscrito con FundArte incluye el usufructo por parte de los socios de la entreplanta de Moreno de Vargas, de 350 metros cuadrados. Este espacio es suficiente para que los socios puedan continuar con su actividad hasta la desaparición del Liceo --el más joven tiene 59 años-- o durante un máximo de 25 años. Al término de este periodo, o con la disolución previa, estas dependencias pasarían al comprador.

El futuro de este espacio pasa por albergar la colección de obras de artistas extremeños de la fundación, aunque aún se desconocen detalles como el plazo en el que quedará inaugurado este espacio, y si lo compartirá con una clínica oftalmológica como las que ya tiene Lillo en Mérida y Don Benito.