El cura Don Pedro ha muerto. Es lo que ayer se oía en todos los corrillos emeritenses. Pedro Rodríguez de Tena formaba parte de Mérida, párroco de la iglesia de Santa María, arcipreste durante muchos años y un orador sensacional. Todos le apreciaran, tenía carisma, don de gente y una fórmula infalible, era buena gente.

Pues nos parábamos a charlar con él. Asistió a los bautizos y bodas de mis hijos, siempre estuvo cuando se le necesitaba y los emeritenses le van a echar de menos.

Don Pedro vino hace cuarenta años y se ganó a la feligresía. Sus homilías eran bien recibidas y en sus misas la iglesia se llenaba. Compartimos con él muchos momentos. Con su sonrisa nos animaba. Sus palabras alentaban.

Era aficionado a los toros, currista por más seña, como son los que entienden de toros, y lo siento por Mamen Gil, amiga entrañable de Don Pedro que no compartía con nosotros el currismo . Veían los toros en casa de Mamen, los tres últimos en casa de Rafael Romero-Camacho Sánchez-Arjona, vive enfrente de la Iglesia y quería aprovechar hasta el último lance.

Un trece de diciembre de 1986, en un homenaje para nombrar secretaria de honor del Club Taurino a Mamen Gil, estuvimos presente en este homenaje en el hotel Emperatriz, hoy Meliá Mérida, le dió un infarto, desde entonces tuvo ciertas limitaciones, aunque tuvo una época que le perdió el respeto a su enfermedad, ese mismo día y asistente a este homenaje, otro buen amigo, el doctor Anselmo Montero sufrió otro infarto. Ambos se encontraron en la unidad de cuidados intensivos

Como sacerdote, 52 años. Le conocimos en el seminario de San Atón en Badajoz, de ahí nuestra amistad. Ofició la misa en la muerte de mi padre, eran muy amigos, sus palabras fueron todo un aliento de amistad.

Hoy estará en su parroquia para que sus feligreses puedan despedirse. Descanse en paz el cura Don Pedro.