La plaza de la Constitución estaba completamente llena para presenciar el día 9 de diciembre, y con motivo de la festividad de santa Eulalia, la carrera de cintas.

El bisemanario El Montero Extremeño, que me proporcionó casi la colección completa desde el año 1893 a 1896 Luis García de la Puente y García de Blanes, desaparecido hace poco, su recuerdo lo tendré siempre conmigo, y gracias a esa amistad, hemos podido recuperar muchas historias de esta ciudad, no sólo de este periódico, sino de otros muchos documentos, como el hallazgo de la imagen del Hornito en 1860 o el ramo de la Mártir de 1858, para Luis mis recuerdos.

Y ahora, su hijo Javier, el más pequeño de seis hijos, sigue proporcionándome datos, ya que es, como su padre, un enamorado de los archivos que guarda en casa y que sé que están a mi disposición, y es que en ese despacho me encuentro como en mi casa.

Después de este paréntesis obligado, sigamos con la historia de la festividad de santa Eulalia en el especial que hizo este periódico a la mártir en 1894.

Los participantes José Flores, Nieto, Fernández, Antonio Morales y Fernando Ayala, con elegantes trajes, estaban en la meta para empezar lo que era el espectáculo más esperado en la ciudad a las doce de la mañana.

El numeroso público estaba dividido y participando con sus gritos animando a los participantes. El ganador fue Antonio Morales. Fue obsequiado con una banda de campeón, de raso blanco bordada en oro. "Elegante insignia que una vez colocado en sus hombros por las mismas presidentas, el vencedor desfiló orgullosamente seguido de sus compañeros de pedal ante el numeroso y distinguido público que ocupaba por completo la plaza, y del que recibieron una verdadera ovación".

El organizador fue Fernando Nevado apoyado por Julián Martínez y Guillermo Pablo y el alcalde, que puso lo que necesitaban a su disposición.

El encargado de los fuegos artificiales fue el pirotécnico sevillano señor Pinillos. Resultó una bonita colección aunque la fina lluvia deslució un poco el acto. La fachada del ayuntamiento se iluminó "con profusión y gusto", los balcones de todas las casas iluminadas también, y luciendo lujosas colgaduras, y la plaza cuajada de farolillos de colores.

La fuente se encontraba cubierta de luces, señalando todo su entorno, "pero un maldito farol en forma de calabaza que pendía de una especie de horca y servía de remate, era la nota ridícula que echaba a perder aquel bonito conjunto, no alcanzaba yo allí con el bastón, que si alcanzo de un golpe lo derribo", dice el cronista.

Las calles que parten de la plaza, especialmente la calle santa Eulalia, estuvieron largo tiempo ocupadas por una inmensa multitud que en ella no cabía.

Una cucaña con un jamón montanchego, alzábase frente a la Casa Consistorial.

En el Círculo Emeritense celebraron en sus salones bailes: "jamás se ha visto en ese local tanta belleza y elegantes damas, ni tanta persona distinguida".

En el Teatro Ponce de León "presentose en escena la numerosa compañía, que constaba de más de sesenta individuos, venida de Olivenza, y hay que confesar que para muchos fue un verdadero desencanto".

Representaron actuaciones dos compañías. El Teatro Ponce de León era el lugar más destacado de la cultura emeritense y en el se representaban zarzuelas, operetas, obras de distintos autores teatrales, conciertos, bailes y conferencias en determinados momentos que hacían las delicias de los ciudadanos de esta ciudad, con el cierre del Ponce de León en 1929 acabó mucho de la cultura de Mérida y del interés por hacer representaciones de todo tipo con actores y cantantes de Mérida.

La ciudadanía se divertía "sana y prudentemente". Las jóvenes lucían sus mejores galas y los caballeros, con sus trajes impecables y sombreros, paseaban por la plaza de la Constitución participando en estos acontecimientos.