Hoy comienza el verano. Las piscinas se abren, tanto las públicas como las privadas. La más grande, la mejor y donde más se disfruta, es la del lago de Proserpina.

Tiene de todo: un paseo perimetral que es una delicia. Un coto de pesca con lucios, carpas y otras especies. Unas playas deliciosas y unos chiringuitos donde te puedes tomar lo que más gusta en el verano, un tinto con gaseosa, un tomate con sal gorda y un chorreón de aceite de oliva.

Miles de emeritense y turistas van los fines de semana al lago, por lo que es imprescindible que el puesto de socorro esté abierto con una zodiac para poder actuar en caso de necesidad: un niño que se corta o un mayor que tiene una lipotimia o una subida de tensión y haya que evacuarlo al hospital.

Miles de emeritenses disfrutan cada fin de semana, más ahora en pleno verano y con el Museo de Agua abierto. Desean tener cierta seguridad y esto lo puede dar la Cruz Roja con su puesto de socorro, que aún no se ha estrenado. Hay que remodelarlo, no puede costar mucho, y tener un médico, un ATS y algunos socorristas que cubran este servicio.

No vamos a entrar que institución tiene que pagar los gastos, una cantidad irrisoria para el beneficio que da.

El diálogo entre la Junta de Extremadura, Confederación Hidrográfica del Guadiana y el Ayuntamiento de Mérida no se ha producido y no se va a producir. Pero quien pierde, quien verdaderamente sufre las consecuencias, es el ciudadano que tiene ganas de darse un baño en un agua natural y espera que estén cubiertas unas necesidades que las autoridades deben proporcionarles.