Mérida ha tenido peso específico con sus tertulias. En la posguerra, en la década de los cuarenta y cincuenta se reunían en el Bodegón de la Victoria, Casa del Padre Mollete, Bar Nicolás Moreno en la calle El Puente, Bar Plata en la plaza de Santa María y en algunas casas particulares.

Estas tertulias estaban comandadas por Félix Valverde Grimaldi y un buen número de emeritenses como Alberto del Valle, Joaquín Galván, Juanito Rivera y Arsenio Ramos.

LOS CONTERTULIOS Además de los anteriores, que ya hemos escrito sobre ellos la pasada semana, estaban personajes tan carismáticos como Antonio López Martínez, profesor del Instituto Santa Eulalia, que se encontraba en la calle Moreno de Vargas; siempre llevaba en sus bolsillos algún poema que leerle a los amigos, se le denominaba "el Poeta de la Corte", le encantaban los títulos nobiliarios y el tomar un café en casa de algún ilustre emeritense. No faltaba Tomás Rabanal Brito, periodista que dirigió varios semanarios emeritenses y escribió cientos de artículos con una investigación envidiable, también llevaba para leer su último artículo o descubrimiento cultural; Demetrio Barrero no escribía, pero recitaba mejor que nadie a Luis Chamizo, le han salido algunos imitadores, pero su vozarrón era tal que es imposible olvidar, como es imposible olvidar cómo, tomando unas copas con él y Miguel Seller Mimi , me los llevaba a casa. La barra del Mimi estaba en la plaza de Santa Clara y mi casa a metros, en la calle San Juan de Dios y le hacía recitar algunos poemas que grabé y le regalé a su hijo Juan Ignacio Barrero que los ha perdido, buscaré entre mis cintas por si queda alguna, porque era digno de escuchar con su auténtico vozarrón.

Luis García de la Puente, padre de Luis García de la Puente y García de Blanes, al que recordaré toda la vida, como amigo y como contertulio personal y las muchas horas que pasamos en su despacho y en su sala durante la enfermedad que se lo llevó, pero siempre estará en mis recuerdos. Heredó de su padre la biblioteca donde sacaba algún libro que siempre llevaba a la tertulia para envidia de algunos e investigación de otros, aprovechando el magnífico archivo que tenía y que conservó su hijo y ahora sus nietos, principalmente Javier García de la Puente Galván, el más pequeño.

Luis Matute, procurador de los tribunales y esposo de Abelina Tarín, que moriría con más de cien años e hija adoptiva de personaje má ilustres de finales del siglo XIX y comienzos del XX, Eugenio Macías. Luis Matute tuvo vocación periodística pero era más rentable ser procurador, lo del periodismo lo llevaba como entretenimiento, estuvo como director del semanario que más duración ha tenido en la ciudad de Mérida Gil Blas , que apareció en el año 1907 y desapareció en 1929. Era otro contertulio habitual.

Cada personaje de esta tertulia era un mundo, Una época donde las reuniones estaban prohibidas y en más de una ocasión tuvieron problemas por recitar a Federico García Lorca o Antonio Machado. Merece la pena recordar esta tertulia y los contertulianos que nos faltan.