La situación en Mérida en septiembre de 1898 era grave. Tuvieron que reunirse con urgencia varios ciudadanos para dar solución a un tema tan grave como la acogida de cientos de repatriados que llegaban por ferrocarril sin apenas nada que llevarse a la boca después de haber pasado años en las colonias de Cuba y Filipinas defendiendo a su país.

El 12 de septiembre llegan a la estación 800 repatriados por la linea de Cáceres, desatendidos y maltrechos, no sólo hambrientos sino enfermos que eran atendidos en el Hospital San Juan de Dios. Tomás Lancho puso su establecimiento a disposición de la ciudad. Para que nadie dudara, cada semana se publicaba con nombres y apellidos en el semanario La República los donantes y cómo se hacía la distribución, y en su primera página y durante meses publicita: LA CRUZ ROJA. Suscripción para alimentar a los repatriados. Cuantos deseen contribuir a esta humanitaria y patriótica suscripción pueden depositar sus donativos, en especie o metálico, en el comercio de D. Tomás Lancho, Tesorero de la Cruz Roja en Mérida. Calle San Francisco número 8 frente a la plaza del Mercado .

CRUZ ROJA Ante el cúmulo de problemas, la creación de Cruz Roja se hace inminente y el 22 de enero de 1899 se nombra de forma definitiva la junta directiva de la Asamblea Local de Cruz Roja, que estaba formada por el alcalde Miguel Galán Ledo, como presidente; Eugenio Macías y Pablo Dumail, vicepresidentes; Luis Moruno Torrado, secretario; Román García de Blanes y Jacinto Galavís, vicesecretarios; Francisco Corchero, contador; Tomás Lancho, tesorero; Mateo Rubio, inspector; y Carlos Pacheco como director de almacén.

La primera sede de la institución está en la estación del ferrocarril, donde Eugenio Macías pinta la primera bandera de Cruz Roja que ondea en la ciudad. Como dato curioso en estas entregas Pedro María Plano dona medio cuarto de vino, un pan y caldos; mi abuelo José María Delgado, 5 pesetas; los socios Saez y Díez, 2; Manuel García de Vinuesa, 10; Félix Valverde, 2; la Guardia Civil, un jamón de 5 kilos 650 gramos; y los hermanos Carlos y Alfonso Pacheco, que fueron de caza, 32 conejos. Todo iba al comercio La Verdad de Tomás Lancho.

No sólo fueron los ciudadanos, sino que también donaron las sociedades recreativas como el Círculo Emeritense, La Tercia, Sociedad Económica Amigos del País, El Artesano, Exprés, La Unión, Las Delicias y sociedades culturales como la Sociedad Lírico Dramática que puso en escena del Teatro Ponce de León varias obras cuya recaudación iba para estos necesitados.

CIRCULO DE ARTESANOS El 23 de septiembre de 1900 se reúnen en asamblea general en el Círculo de Artesano nombrando una nueva junta directiva formada por Tomás Lancho como presidente; Sabino del Amo Caballero, vicepresidente; Francisco Corchero, Manuel Raymán y Cayetano Carrasco, vocales; Antonio Bergoñós, secretario contador; José Fernández Yusta, subsecretario; Fernín Ramos Perdiguero, tesorero; y bibliotecario Manuel Rodríguez Ramas.

VENTA DEL COMERCIO El comercio la Verdad estuvo abierto muchos años. Como dueño, Tomás Lancho Sánchez estuvo desde el año 1887, que es cuando llega a Mérida, hasta 1925, cuando sus hijos venden el local a Eugenio Hernández Encabo por 6.486 pesetas, incluidas todas las existencias. Lo hereda su hijo Pedro Hernández Bernal que lo cerró en 1993. El comercio La Verdad era toda una institución en la ciudad y centro de reuniones. Se hacían ofertas como las actuales y los precios de los distintos productos los podemos ver en esta documento fotografiado. Concejal durante 19 años, fundador de la Cruz Roja y el Liceo, presidente del Círculo de Artesanos, masón destacado y republicano hasta la médula.

Sin embargo a su tienda iban con frecuencia los hermanos Carlos y Alfonso Pacheco, Francisco Corchero, Eugenio Macías, Román García de Blanes, porque, una cosa era la política y otra la amistad y unirse para ayudar a Mérida en todas las necesidades, tanto económicas, sociales como culturales.

Tomás Lancho Sánchez muere el 13 de enero de 1917 y poco meses después su mujer Visitación Sánchez Calvo (30 de junio de 1917). Sus restos se encuentran en el panteón número 122 de la calle San Francisco del cementerio municipal, donde también están los restos de su hermana Laureana.