Al tomate se le llama, si es bueno, el jamón de huerta. No todo el tomate, como el jamón, es bueno. No es cuestión de presencia, buen color y que entre por la vista --eso es para las grandes superficies--, después lo abres y está hueco, no pesa y no sabe a nada.

Extremadura es la mayor productora de tomate de España y ya lo industrializamos. Antes se lo llevaban a otras comunidades para venderlo como suyo y era nuestro.

El tomate lo tenemos de muy diversas clases. No todos los tomates son buenos para abrirlos y tomarlos con sal gorda y un poco de aceite de oliva, pero aquí los tenemos exquisitos desde Gata a Los Santos de Maimona, tan competitivos como los de Jaén.

Hay tres clases de tomates y en cada una de ellas distintas variedades: regadío e invernaderos, de huerta y secano. Los de regadío e invernaderos se hacen con tal precipitación que no saben a nada; los de huerta están cuidados con mimo por el hortelano, que presume de sus productos. Si la huerta es grande la producción se vende en las plazas de abastos o en las calles de los pueblos y ciudades. No es muy legal pero los tomates son extraordinarios. Pero el tomate tomate, el de secano, no hay que regarlo, el jugo lo toma exclusivamente de la tierra, no es muy bueno a la vista, pero al tomarlo en la mano pesa. Abrir un tomate de secano, ponerle un poco de sal gorda -- cuidado los hipertensos--, un buen chorrito de aceite y un vaso de vino tinto sólo lo podemos tomar nosotros, ni en los mejores restaurantes, que los ofrecen ecológicos. Lo auténtico está en las manos de los hortelanos que hacen de este producto un verdadero manjar.