Los trabajadores del centro de menores Antonio Machado de Mérida aseguran que durante este año han puesto "muchísimas denuncias" ante la policía por las amenazas e intentos de agresión de algunos de los internos, y porque "hay chavales que han sido lesionados".

De hecho, el último intento de agresión se produjo hace apenas una semana, cuando un menor, con medidas judiciales que había sido denunciado por su madre por malos tratos, amenazó a los presentes con un cuchillo. Este altercado, junto a los demás, ha provocado que uno de los vigilantes de seguridad, que llevaba en el centro 15 años, haya dejado su puesto de trabajo.

Según María Luisa Prudencia, erigida en portavoz de los trabajadores del centro, este menor, que "presentaba un trastorno bastante agudo, cogió un cuchillo y tuvimos que llamar a la policía porque nos amenazó a nosotros y a los otros chavales".

A su juicio, "la Administración regional le da más importancia a proteger los edificios vacíos, con vigilancia, que a los menores de este centro y a sus trabajadores", en referencia a que desde este fin de semana, su lugar de trabajo ha dejado de tener vigilantes de seguridad, en favor del nuevo centro de menores, que aún no se ha inaugurado y que no está ocupado.

MAYOR TRANQUILIDAD Por ello, reclaman la vigilancia en su lugar de trabajo, sobre todo pensando en los menores acogidos, tres en la actualidad, para "trabajar con tranquilidad y seguridad" y, sobre todo, señaló, porque "esa vigilancia viene recogida por la propia Junta por seguridad e higiene en el trabajo".

Los trabajadores del centro mantuvieron el viernes un encuentro con responsables de la Consejería de Igualdad y Trabajo, de la que dependen, desde donde les han pedido "paciencia", y se les ha convocado para mañana para buscar una solución a sus demandas. Este colectivo recuerda que el presidente del Ejecutivo, Guillermo Fernández Vara, aseguró tras un intento de agresión a un profesor de un instituto cacereño por parte de un alumno, que "nadie se va a ir de rositas cuando alguien agreda en la región, y esto no es cierto en todos los casos, como se puede comprobar", añadió.

En la actualidad, el centro tiene capacidad para diez menores. En el trabajan por turnos dos mujeres por la noche, otras dos personas en cada turno durante los fines de semana y otros turnos rotatorio en los días laborables. María Luisa Prudencia insiste en que estos adolescentes "son víctimas de una situación social injusta, pero nosotros somos víctimas de ellos".

Además, reiteró que "los trabajadores estamos allí para realizar labores educativas con los chavales, no para coger el teléfono o abrir la puerta".