El voluntariado como forma de vida. Marisol Pérez Cabrera, periodista de profesión, lleva casi 20 años colaborando con la Plataforma del Voluntariado de Mérida (PVM) y, desde hace un año, es la presidenta del colectivo tras la marcha de Lola Dorado. A día de hoy, se siente con ganas de seguir trabajando en aras del voluntariado emeritense, porque aunque reconoce que se ha avanzado mucho en este ámbito, también hay margen de mejora.

-¿Cuándo llegó al voluntariado?

-Llevo haciendo voluntariado desde mi adolescencia, en diferentes áreas y de distintas maneras, porque el voluntariado no siempre se tiene que hacer en contacto directo con los usuarios. También se puede hacer voluntariado desde la profesión o desde casa.

-¿Qué es el voluntariado?

-El voluntariado no es aportar una cantidad en navidades o apadrinar un niño... eso es más bien participar con las asociaciones del voluntariado. El voluntariado es prestar tu tiempo, un ejercicio de generosidad y un poco también de justicia social. El voluntariado implica compromiso.

-¿Cuál es el perfil del voluntario?

-El perfil del voluntariado en España tiene nombre de mujer, con una edad media de 40 años, pareja e hijos, y estudios superiores. Que el voluntariado es para personas ociosas y jubiladas es una leyenda urbana. Además, la juventud está muy implicada, porque hay una mayor proporción de jóvenes que están en el voluntariado en relación a su población, que de gente mayor.

-La primera ley de la nueva legislatura en llegar a la Asamblea será la del voluntariado, un texto para sustituir la normativa actual de hace 20 años, ¿qué le parece?

-Considero muy importante que la ley nazca del consenso y diálogo con el tercer sector. Es importante regular el voluntariado porque hace que en las asociaciones se creen órganos de coordinación, algo que al final es fundamental para ser más fuertes y prestar un mejor servicio. Hay mucho voluntariado que se pierde por insatisfacción dentro de la organización, porque no hay una coordinación interna. El voluntariado es una herramienta fundamental en nuestra sociedad, porque sin él muchas cosas no existirían porque la administración no puede llegar. Es importante la ley, pero también lo es que se difunda para que se conozcan los derechos y obligaciones de voluntarios y asociaciones.

-De aquí a finales de año, ¿en qué se va a centrar la plataforma?

-Nuestro colectivo fundamental y principal van a ser los mayores. Queremos hablar de los mayores, pero no de homenajes, sino de reivindicar su función social, la figura del mayor más allá de ser abuelos, como personas activas que siguen haciendo cosas y son fundamentales en nuestra sociedad, no solo en el voluntariado, sino en muchas áreas sociales. Queremos hablar de mayores activos y útiles para la sociedad, más allá de lo que es su jubilación y del papel que juegan como abuelos cuidadores. En octubre retomaremos la actividad ‘Un café para compartir’, que estará dedicada a ellos, al igual que nuestras jornadas sociales, el próximo 20 de noviembre.

-También están muy implicados con la igualdad, ¿qué acciones se han tomado en este sentido?

-En abril se modificaron los estatutos de la plataforma y se introdujeron artículos concretos referidos a la igualdad. En otoño haremos unas jornadas para que las asociaciones que forman parte de la plataforma empiecen a elaborar sus planes de igualdad y después se les va a tutorizar para que puedan ponerlos en marcha. Cuando hablamos de la plataforma lo hacemos de 57 organizaciones, por ello intentamos coordinarnos y trabajar juntas.

-¿Qué se tiene pensado hacer en el ámbito de la discapacidad?

-Desde la plataforma vamos a impartir cursos de formación para las personas que prestan atención a la discapacidad. Además estamos trabajando ya en las actividad de cara al 3 de diciembre, que será el día de la discapacidad.

-¿Cuál es la situación actual del voluntariado emeritense?

-En el voluntariado estamos con buena salud, pero deseando estar mejores porque hay muchos frentes. Sigue estando el problema de la atomización de las asociaciones, porque el tema del asociacionismo es un campo muy complicado. A veces hay falta de necesidades de voluntariado y otras veces son las propias asociaciones las que no saben gestionar el voluntariado y se nos pierden personas que quieren ayudar.