El presidente del Centro de Iniciativas Turísticas Angel Texeira denunciaba el vandalismo que se producía en nuestra ciudad por los numerosos gamberros que destrozan las márgenes y paseos del río Guadiana, plazas de Mérida y orillas del Lago de Proserpina.

La suciedad no es de los gamberros sólo, sino de muchas personas que no utilizan las papeleras en su debido momento o dejan que los pequeños arrojen las bolsas de las patatas a la calle sin advertirles que para eso están las papeleras; o los domingueros, que comen en el campo y dejan todos los desperdicios sin tener el cuidado de recogerlos en una bolsa y tirarla en el primer contenedor que se encuentren.

Nos falta educación y concienciación ciudadana para mentalizarnos de nuestros derechos y deberes.

Mérida tiene mala suerte y tiene que sufrir continuamente gamberradas que afectan a la ciudad, que dan una mala imagen a los turistas que nos visitan y que los propios ciudadanos no cuidamos adecuadamente.

Los servicios municipales cada día se ven por el centro de la ciudad limpiando las calles y cuidando las zonas turísticas, principalmente los entornos más visitados, pero los hay que no aceptan unas reglas de urbanidad que son necesarias en toda sociedad.

Es una pena ver el paseo del río Guadiana, que ha quedado precioso. Falta una playa en la zona de la isla, como en los viejos tiempos, junto al puente Nuevo o frente al molino de Pancaliente que atravesábamos en una balsa y, a pesar del peligro que suponía cuando iba llena, nunca hubo accidentes.

Mérida, al margen de ciertas deficiencias que se tendrán que corregir, como la limpieza en estas zonas atacadas por los gamberros, está preciosa, y cuando se terminen las márgenes del río Albarregas se complementarán con las obras del Tercer Milenio en la antigua barriada de La Paz y la ciudad será como lo ha sido siempre: de futuro imparable.