Domingo Sánchez y Francisco Casado, dos vecinos de la barriada de Jardín de Mérida, en la zona norte, han denunciado el presunto envenenamiento de sus perros en el último mes. Las mascotas resultaron intoxicadas cuando estaban en los patios delanteros de las viviendas unifamiliares de estos emeritenses, que viven en calles cercanas pero que se han conocido a raíz de esta situación. Según explican, creen que han podido registrarse más casos y han decidido, aparte de denunciar ante la policía, colocar carteles de aviso para alertar a los vecinos.

"No solo es por los perros, que para nosotros son una dura pérdida, sino que si están utilizando veneno, algún niño podría verse afectado", advierte Casado. En su caso, su perro, un braco de nueve años, resultó repentinamente intoxicado antes de Semana Santa. "Llegué de trabajar y estaba bien. Cuando salí por la noche, sufría de repente una parálisis repentina de las patas traseras y, aunque lo llevé al veterinario, el envenenamiento fue fulminante. No le hice la autopsia porque era evidente lo que había pasado", asegura explicando que en un primer momento no quiso darle importancia, más allá de lamentar su pérdida, pensando que se trataría de un caso puntual.

Pero su visión ha cambiado al tener noticia del caso de la pitbull de Sánchez, el vecino al que ha conocido justo por este tema. "Sufrió una primera intoxicación antes de Semana Santa, de la que se recuperó con dificultad, pero el pasado jueves ya no fue posible", explica Sánchez con tristeza, acompañado de su sobrino. Decidieron hacerle la autopsia, en la que se han localizado unas bolas con un compuesto químico consistente en un potente raticida de última generación. "No sabemos quién puede haber hecho esto y es difícil de entender. Solo podemos denunciarlo e informar a la gente y tememos más casos".