En cuanto se mueven los santos, llueve. Hoy que los hemos movido todos..." Con humor y resignación afrontaba ayer Sebastián Cuadrado, cofrade de Las Lágrimas, el fuerte chaparrón que en torno a las cinco y media de la tarde parecía que iba a obligar a suspender el Vía Crucis del Año de la Fe, organizado por la Junta de Cofradías de Mérida, con la participación de 16 pasos y unas 700 personas. Sus responsables se dieron un plazo de dos horas y, con la previsión de que no llovería a partir de las ocho, decidieron salir media hora antes. "Vamos a arriesgar un poco al comienzo, pero esperamos que se va a poder desarrollar sin problemas", explicó Luis Manuel Pérez, secretario de la junta, en la Basílica de Santa Eulalia.

Antes, en ese mismo escenario, decenas de costaleros y cofrades aguantaban el chaparrón bajo las carpas que resguardaban varios de los pasos, mientras dentro del templo se celebraba una boda. También la Concatedral de Santa María, donde esperaban otras escenas del Vía Crucis, acogía un enlace en el que el párroco bromeaba con el olvido de los novios de llevar unos huevos a Santa Clara "para quitar los nervios", ante el persistente chaparrón.

Sin embargo, a partir de las siete, las precipitaciones cesaron y las hermandades iniciaron un recorrido algo más corto. Miles de ciudadanos se congregaron en las diversas calles de la ruta y en la plaza de España (donde se instaló un graderío al que se podía acceder a cambio de donar alimentos y que estaba abarrotado) para contemplar el paso de las escenas religiosas, acompañadas por bandas como la Agrupación Musical del Santísimo Cristo de la Merced, de Almendralejo. Su director, Isidro García, explicaba la emoción de estar en "una plaza grande" como Mérida, preocupado inicialmente por el retraso que provocó la lluvia.

Pablo Burgos, hermano mayor de la Sagrada Cena, reconocía cierta decepción por los efectos del chaparrón en el acontecimiento, aunque no se vivieron las escenas de lágrimas habituales en la Semana Santa cuando ocurre algo similar. "Ahí, muchas veces, uno está esperando todo el año para cumplir una penitencia, mientras que este es otro tipo de ocasión", explicó Cuadrado. La emoción no faltó, en todo caso, en Mérida, cuya Semana Santa está declarada de interés nacional y aspira a la distinción internacional.