Hay un dicho muy popular que todos han comentado alguna vez: "el que siembra vientos recoge tempestades".

El parte metereológico lo ha anunciado: mucho viento y lluvia. Y no se ha equivocado. Las novias llevan huevos a Santa Clara para que deje de llover en la celebración eclesiástica, o civil, y en el aperitivo antes de la comida o cena.

Viento y lluvia se han cebado en Mérida en determinados estamentos. En el caso Gasmer los vientos se han convertido en una lluvia de acusaciones que han terminado en el juzgado. Va para rato. Quien pierda apela y así, como en las novelas radiofónicas: continuará.

No es el único. Tenemos en pleno conflicto a la empresa Vaysaca por las obras que realiza al ayuntamiento e implican a la hija del constructor por ser concejala del PP; y Mari Luz Calvo, y es una opinión personal, es la mejor edil de todas las corporaciones que he conocido, y con diferencia.

Mérida no se queda sólo en estos dos casos que han salido a la luz con este clima otoñal, está la U. D. Mérida que va el penúltimo. Hoy juega con el último en Los Palacios, en la provincia de Sevilla, y si pierde sonaran los truenos a distancias siderales. El presidente, Francisco García, no sabe donde se ha metido, como le pasó a Jorge Gruart, que son buenos empresarios pero de fútbol sólo tienen el conocimiento de un buen espectador.

El mundo del fútbol es otro mundo, muy diferente al empresarial. Hay excepciones como Florentino Pérez en el Real Madrid, que sienta en el palco a José María Aznar y en pocos meses hace una operación urbanística y saca del atolladero económico a su club y le sobra dinero.

Y están al caer los constructores con la Gerencia de Urbanismo. Otro caso de vientos y tempestades. Esta ciudad no se cansa de crear problemas. Los juzgados están saturados, es normal que se pidan más y más y mucho más: "el que tiene uno, quiere tener dos, el que tiene veinte quiere los cuarenta y el de los cincuenta quiere tener cien".