La emeritense Vita María Perdigón se dedica a la hostelería por tradición familiar. Su abuela, Vita Agudo, regentó la antigua Casa Vita desde el año 1941 hasta que ella decidió retomar el negocio en el año 1995 y le cambió el nombre a El Lebrel. Desde entonces, Vita ha seguido manteniendo el gusto por la comida tradicional y así lo refleja día a día desde los fogones de su mesón.

-¿Cómo definiría su cocina?

-Nuestra cocina es como la que se comía en la región hace unos 40 años. Además, siempre ofrecemos productos de la tierra y de temporada. Cuando alguien visita una ciudad lo que quiere es comer los productos autóctonos que no se pueden encontrar en otro lado. Eso es lo que hacemos nosotros en un ambiente como el de El Lebrel, que es muy familiar al ser un establecimiento pequeño para solo 16 comensales.

-A día de hoy, ¿se sigue apostando por la comida tradicional?

-Quizás ahora, la comida tradicional que nosotros cocinamos no es lo que se lleva. La gente se ha acostumbrado al concepto de la tapa, pero en nuestro caso solo las ofrecemos durante la ruta de la tapa. De normal realizamos medias raciones y raciones enteras. Además, ahora hay mucha cocina moderna y gente que prefiere platos como los cuadros de Miró frente a lo tradicional.

-¿Qué debería ofrecer un buen hostelero a los clientes?

-Lo fundamental es que lo que diga que vende sea lo que realmente esté ofreciendo al cliente. Con ese sistema siempre irá bien.

-¿Cómo ha cambiado el sector de la hostelería en la ciudad?

-En la ciudad hay un buen nivel gastronómico y la hostelería ha cambiado bastante porque se está ofreciendo un gran nivel.

-Su establecimiento participa en la ruta de la tapa, ¿cómo ve esta iniciativa del ayuntamiento?

-La iniciativa está bien porque hace que la gente se mueva y tenga un aliciente más para comer en sitios que normalmente no suele ir. En el mesón ofrecemos dos tapas. Una de ellas es en recuerdo de mi abuela, porque cuando llegaba el otoño le encantaba la tortilla de patatas pero le gustaba caliente y la ponía en salsa, así que hemos hecho una cosa muy simple pero está exquisita: tortilla de patatas con salsa de pimientos rojos y setas. También tenemos la tapa gourmet, que es medallón de solomillo de cerdo ibérico sobre una cama de patatas con una salsa de cava y escarola. La verdad es que a todo el mundo que ha venido le han encantado las tapas y al final eso es lo que a mí realmente me importa, así que animo a la gente a que venga y participe en la ruta.

-¿Cómo cree que repercute el turismo que visita Mérida en el sector hostelero emeritense?

-El turismo en la ciudad repercute muchísimo en la hostelería. Además, creo que cada año va aumentando porque la etapa de la crisis económica ya se superó y ahora sí que se ve una mejoraría en cuanto al turismo.

-¿Qué supuso el hecho de que Mérida fuese durante el pasado año la capital iberoamericana de la cultura gastronómica?

-La capitalidad iberoamericana tuvo mucha repercusión para nosotros porque nos dio la posibilidad de conocer otras culturas. Vinieron otros cocineros de Perú, México, Chile o Puerto Rico y tuvimos la oportunidad de conocer otras formas de cocinar y otros alimentos que aquí no se dan. Como experiencia personal estuvo muy bien porque siempre se aprende y se comparte.