Me cruzo por la barriada con Pelín y aunque estamos a 34 grados el ánima de cántaro va a lo Gene Kelly “Cantando bajo la lluvia” que ahora equivale a sudar bajo la crisis. Pelín tiene el día cantarín y tras el-lunar-que-tienes-cielito- lindo-junto-a-la-boca me tararea a lo Daniela Romo yo-no-te-pido-la-luna-tan- solo-quiero-amarte; ante la amenaza de que complete el repertorio a lo spotify y como veo que esto es solo principio de algo, aprovecho para cortar por lo sano; con Pelín es mejor hacerlo a la primera de cambio pues como dice Giordano Bruno quien falla al abrochar el primer botón, ni el mediano ni el último adivina. ¿Qué, Pelín, feliz?. “No creas que porque canto tengo el corazón contento, pero es que hace un sol magnífico, los pájaros cantan más agudo, llovió moderadamente, la naturaleza está limpia, el Nevado volverá a abrir y yo tengo ganas de reír…que cada caminante siga su camino”, me dice el amigo. Además, nunca la noche está más oscura que justo antes de amanecer, ya clareará.

Le doy la razón a Pelín al no pedir la luna con lo cuestionada que está estos días tras el intento de Trump de explotarla comercialmente y el aviso ruso de no permitir su privatización. Trump, a lo suyo, no ve la luna ni otros cuerpos celestes como un bien común global y entiende que es libre de aprovechar los recursos el primero que llegue (siempre que el primero sea él). A lo mejor quiere poner un casino lunar allí (y otro en la Antártida); este hombre para lo de las posesiones es peculiar y de invasiones los norteamericanos saben mucho, total ocupar la luna quienes primero la hollaron tiene su lógica (lunar). Los rusos han dado a conocer su programa lunar y planean enviar naves (Luna-25 y sucesivas) para hacer perforaciones e investigaciones científicas. Nada nuevo en esta carrera bajo el sol y en la cara oculta de la luna. Así que, Pelín, no son tiempos para pedir la luna, mejor quédate con el cielito, el lunar y la boca.