--¿Qué piensa del actual borrador de la reforma de la PAC? ¿Qué aspectos le gustan y cuáles no?

--Lo más importante ahora es que se acaban de dar los primeros pasos para despejar la mayor incógnita que marcará el nuevo periodo de la Política Agraria Comunitaria, como es de cuántos fondos europeos dispondrán nuestros agricultores en los próximos años para poder complementar sus rentas. Aún es pronto para saber con qué cantidad contaremos en Extremadura, pero sí sabemos ya que, gracias a las buenas negociaciones que se han hecho en Bruselas, el campo español no se verá excesivamente afectado por el recorte del presupuesto europeo, y ésa es una buena noticia dentro de la repercusión negativa que tiene cualquier disminución de fondos.

En cuanto a la regulación que prevé esta reforma de la PAC, de lo que hay hasta ahora nos preocupan, principalmente, dos aspectos, como son que se mantenga un 30% de fondos destinados al 'greening', aunque es cierto que establecen cierta flexibilidad para el Estado miembro a la hora de determinar las medidas. Y también la puerta abierta al trasvase de fondos entre pilares. A esto se suma que consideramos imprescindible que no se aumente la superficie elegible con derecho a recibir estas ayudas, como se está llegando a plantear.

--¿Qué importancia tiene la limitación de la superficie para no disminuir los pagos de la PAC?

--Lógicamente se trata de un asunto de vital importancia. Es fácil de entender. En un escenario de mantenimiento o ligero recorte de ayudas, España podría pasar de tener 21 millones de hectáreas declaradas a 38 millones de hectáreas potencialmente elegibles si se aplicasen algunos de los criterios que hay sobre la mesa. De esta forma, tendríamos cantidades similares a repartir entre muchos más perceptores, con lo que esas ayudas no serían suficientes para cumplir su objetivo, que no es otro que complementar la renta de nuestros agricultores y ganaderos. Existiría otro problema añadido y es que entrarían en el circuito de ayudas hectáreas donde nunca se ha desarrollado una actividad agraria.

--¿Cómo valora la nueva norma del ibérico?

--La verdad es que estamos bastante satisfechos con la Norma de Calidad que finalmente ha puesto el Ministerio sobre la mesa. Tenemos que ver el vaso medio lleno y entender que ha sido una negociación muy compleja en la que el Ministerio se ha enfrentado a muchos intereses contrapuestos. En ese escenario tan difícil, Extremadura, la primera comunidad que defendió la necesidad de acometer esta reforma, ha logrado introducir en la Norma dos elementos esenciales: Que el ibérico de bellota tan unido a nuestra dehesa, admitiese una pureza genética de hasta el 50% (en los primeros borradores sólo se admitía el 100%) y que se incluya como categoría diferenciada el cebo de campo, que se adapta como un guante a lo que se produce en Extremadura. Si esto se une a un texto más simple y que esperemos que sea más fácil de aplicar, creo que llegaremos a cumplir nuestro objetivo inicial: que se acabe con la confusión y con los engaños al consumidor, que se le llame a cada cosa por su nombre y que se defienda, al mismo tiempo, los intereses de los productores.

--¿Cree realmente que el futuro de la región se encuentra en el sector agroalimentario?

--No me cabe ninguna duda. Si echamos la vista atrás, vemos que se trata de un sector que a lo largo de la historia ha sido un pilar fundamental en la economía extremeña, y tiene que seguir siéndolo de cara al futuro. Dentro de las dificultades, nuestro sector agrario ha soportado mejor que otros la crisis económica, y ahora nos encontramos en un escenario en el que en el mercado mundial aumenta a gran ritmo la demanda de alimentos por el crecimiento económico de algunos países emergentes. Desde Extremadura ya se están dando pasos en la dirección correcta, como demuestra el aumento de las exportaciones agroalimentarias alcanzado en los últimos años. Tenemos que seguir por esa vía, a la que llegaremos a través de la integración, de la transformación y de la apuesta por producciones diferenciadas y de calidad.

--¿Está en la integración de los agricultores la viabilidad del sector agrario?

Lo dijo el otro día el presidente José Antonio Monago. A estas alturas la integración no es una opción, sino una obligación. Estamos en un momento en el que la cadena alimentaria sufre un tremendo desequilibrio, con miles de productores compitiendo entre sí y negociando con 10 distribuidoras que controlan el 80% de sector. Si queremos ser capaces de cambiar el equilibrio de esa balanza, tenemos que ganar dimensión, músculo empresarial. Esa integración no debe tener barreras y hay que buscar alianzas de todo tipo dentro e incluso fuera de España. Porque ser más grandes nos permitirá ser más competitivos, abordar con garantías mercados internacionales cada vez más exigentes y tener una mayor influencia en el mayor problema del sector, que es la negociación de los precios.

--En muchas ocasiones se tiene la imagen del agricultor como alguien que sólo va a cazar subvenciones y que el resultado en el campo no le importa demasiado ¿Se ajusta eso a la realidad?

--Hay que diferenciar de quién estamos hablando. Porque en Extremadura hay miles de profesionales que se levantan cada mañana a trabajar en sus explotaciones y que son, no lo olvidemos, los que producen los alimentos que consumimos nosotros y que consumen nuestros hijos. El trabajo de ese agricultor y de ese ganadero hay que ponerlo en valor, porque lo necesitamos. Precisamente por eso hemos reclamado desde Extremdura que en la nueva PAC se modifique la definición de lo que son los profesionales del sector, ya que entendemos son ellos los que deben acceder a las ayudas agrarias.

En cuanto a esas subvenciones, también hay que aclarar que no es una ayuda como tal, sino un complemento a la renta, porque se asume que --como está ocurriendo-- las circunstancias están haciendo que en muchos sectores se produzca por debajo de los costes. Y estas ayudas vienen simplemente a compensar esa situación.

--¿Puede ser optimista el campo extremeño de cara al futuro?

--Estoy convencido de que sí, porque creo firmemente en el trabajo que están desarrollando nuestros agricultores y ganaderos y porque desde el Gobierno de Extremadura estamos haciendo todo lo que podemos por apoyar a nuestros profesionales, simplificando y reduciendo la burocracia y buscando nuevas vías de respaldo económico. Me encuentro muy lejos de esos discursos pesimistas y agoreros que se lanzan a menudo desde algunos sectores y partidos, y creo que nuestro campo tiene mucho futuro. Lo está demostrando aguantando en circunstancias económicas muy complicadas, y confío que superaremos las actuales adversidades como hemos hecho en el pasado. Y si hoy hacemos las cosas bien, estaremos sentando las bases del éxito del futuro, con un sector más joven, más profesionalizado, más fuerte y más integrado.