La elección de una residencia de mayores siempre es un tema muy complicado para las familias. En estos momentos, en los que las residencias están en el punto de mira tras la gestión de la pandemia del coronavirus, todavía más. Quienes toman la decisión dudan si ésta es la mejor opción para el mayor, o para la familia, y tienen que depositar toda su confianza en una empresa, que tiene en sus manos la vida y el bienestar de un ser querido.

Lo primero que hay que valorar es si la residencia geriátrica es la mejor opción para nuestro familiar. Hay que valorar su estado físico, además de su situación mental. En ocasiones su entorno familiar sí está capacitado para darle una buena atención. No siempre el ingreso en una residencia es lo mejor. Existen soluciones intermedias como la ayuda a domicilio, la tele asistencia, la adaptación del inmueble a la nueva situación, las ayudas técnicas para los ancianos e incluso una estancia temporal en la residencia. Si es necesario se puede contactar con un asistente social para que informe si el mayor tiene derecho a un servicio público o a alguna ayuda.

Una vez que ya se ha decidido el ingreso del mayor en una residencia geriátrica lo mejor es hacerse con un listado de las residencias existentes en el municipio de residencia o en la provincia, especialmente de aqellos que tienen plazas concertadas y acreditadas por la propia Junta de Extremadura, lo que es una garantía de cumplimiento de la legislación. En este sentido, los buscadores de internet pueden ser una primera toma de contacto, pero lo mejor es informarse a través de personas que sepan del sector o conozcan el funcionamiento de las residencias.

Es por eso que bajo ningún concepto hay que elegir una residencia sin que se hayan visitado previamente aquellas que más nos hayan gustado. En el centro tienen que enseñarnos las instalaciones y explicarnos sus servicios. Al respecto, tiene que notarse por parte del centro una total transparencia y disposición a la hora de visitar las instalaciones, salvo las restricciones propias de horario de comida y de sueño de los usuarios.

VISITA. Durante la visita, los familiares tienen que ser buenos observadores y tener sus cinco sentidos alerta. Todo lo que sea suciedad es sinónimo de dejadez. Hay que fijarse en si el mobiliario está limpio y actualizado. Muy importante es visitar la cocina y conocer los menús e indicar si nuestro residente necesita alguna comida especial. La lavandería es otra de las ‘zonas calientes’. La limpieza de la ropa es clave.

Capítulo aparte merecen los servicios. Ojo. Muchas residencias dicen que tienen servicios de enfermería y médico, cuando en realidad quienes atienden a los mayores son los médicos del centro de salud. Si tienen médico propio es que sí se realiza un seguimiento individualizado. También se ofrece fisioterapia o terapia ocupacional. Aquí también es importante que se realice una atención de cada residente y no se limite todo a clases en grupo.

Es importante que el centro disponga de profesionales que se esfuercen porque el mayor disfrute de la máxima autonomía personal.

El centro debe contar con todas las autorizaciones pertinentes, permisos y licencias, que deben exponerse en el tablón de anuncios. La dirección del centro debe mostrarlos si los familiares lo piden. Entre esos documentos se encuentra la licencia de actividad y de apertura, autorización de funcionamiento e inclusión en el registro de centros de la comunidad autónoma, autorización de Sanidad para elaborar alimentos y tener comedor , y acreditación de que el centro cumple con las normas para los servicios de médicos, enfermería, terapia ocupacional.

El precio es otro tema peliagudo. Hay que distinguir entre precio ‘cerrado’, que incluye todos los complementos y precio ‘abierto’, al que hay que sumar todos los extras de peluquería o podología.

Por supuesto, es imprescindible un contrato por escrito y leerlo antes de tomar cualquier decisión. En él debe constar cuándo se empieza a prestar el servicio, el precio total. Debe informarse del régimen interior del centro, compulsado por la Inspección de Servicios Sociales. En el contrato debe constar que se autoriza al centro a facilitar la información que se necesite. Nunca hay que firmar el contrato sin tener todo claro o dejar algún aspecto sin consultar.

Finalmente, hay que dejar muy clara la posibilidad de tener contacto con el residente por medio de visitas, teléfono, tabletas o incluso salidas de la residencia, pues son muy apreciadas por los mayores.