Acabamos de abrir un periodo único en la historia de España. Por primera vez, los parlamentos europeo, nacional y autonómico, y las corporaciones locales, inician sus mandatos a la vez. En teoría, esta ‘alineación planetaria’ debe suponer al menos cuatro años de estabilidad política, sin turbulencias por la inmediatez de una cita electoral. Desde el empresariado extremeño, curtido en mil zozobras que le han hecho resiliente como ninguno, vemos una etapa llena de retos, y también de oportunidades.

Muchas son las cuestiones que debemos afrontar si queremos la Extremadura del bienestar. Hablamos de ajustar la fiscalidad y las cuotas sociales a las características de nuestro tejido productivo, compuesto en su mayoría por micropymes y autónomos; de aprovechar la sensibilidad de la UE hacia los territorios en riesgo de despoblación para exigir un trato tributario especial mientras persistan las desigualdades; de depurar la normativa para eliminar trámites redundantes que agotarían la paciencia del Santo Job; de construir un sistema educativo que conecte formación y empresas (eliminando esa paradoja de tener más de un 20% paro y puestos que se quedan sin cubrir por falta de perfiles adecuados); de apostar con decisión por la economía digital y la I+D+i con medidas que permitan que nuestras empresas accedan allí donde ahora no llegan; de subirnos al carro de la revolución de la industria 4.0; de demandar unas infraestructuras ferroviarias, aéreas, de carreteras y de telecomunicaciones iguales a las del resto de España; de mirar hacia el mundo rural para fijar población con acciones vinculadas a la nueva economía; de utilizar nuestros recursos en agua y energía para impulsar el desarrollo…

Muchos desafíos, sí, pero también un capital humano más preparado que nunca, un empresariado con voluntad de contribuir al desarrollo y, esperemos, un marco político y social estable.

En Extremadura ya hemos definido el ‘croquis’ de por dónde debe ir nuestro futuro. Tenemos una estrategia de economía verde y circular que hay que trasladar a medidas concretas. También el germen de colaboración entre centros de investigación y empresas, y un Pacto por el Ferrocarril que, quizás, había que plantearse ampliar a un Pacto por las Infraestructuras y la Deuda Histórica. Sí, porque la tan manoseada y recurrente Deuda Histórica, no sólo es más dinero y recursos, sino que debe ser concebida como el conjunto de acciones e inversiones que nos igualen al resto de territorios del Estado.

En cualquier caso, tenemos planes y una voluntad firme de la sociedad extremeña por avanzar. Ahora hay que trabajar unidos, exigiendo que se nos dé lo que en justicia nos corresponde para construir la Extremadura del futuro. Nuestra aportación, como única organización empresarial con capacidad para actuar de interlocutora ante administraciones y entidades, ha arrancado con el documento ‘13 Retos & 100 Soluciones para las Empresas Extremeñas’, que puede consultarse en nuestra web. A partir de ahí, que cuenten con nosotros, con el empresariado extremeño, para mudar la resignación en progreso y la falta de expectativas en empleo.

Aprovechemos esta ‘alineación planetaria’ de la que hablaba al inicio para traducirla en años de desarrollo y justicia para Extremadura. Sin cortoplacismos ni divisiones. La Extremadura Empresarial ya ha dado el primer paso.