Ciudadanos, instituciones e incluso los obispos extremeños han manifestado públicamente su aspiración de que Guadalupe y los 31 municipios de la región que aún pertenecen a la provincia eclesiástica de Toledo pasen a formar parte del territorio eclesiástico extremeño.

Este deseo latente en la sociedad se ha hecho más fuerte en los últimos tiempos. A lo largo del 2009 y durante el actual 2010, una asociación ciudadana, la Asociación Cívica Extremeña ´Virgen de Guadalupe´ (Guadalupex) se ha encargado de ´mover Roma con Santiago´ para que ciudadanos e instituciones tomaran conciencia del asunto; una cuestión que no puede considerarse problema o litigio, pero que sí --con el paso del tiempo-- se ha convertido en un dilema que tiene que resolverse pronto.

Hasta el momento Guadalupex lleva recaudadas más de 10.000 firmas de apoyo. En un mundo en el que hay tantas y tan diferentes sensibilidades llama la atención que sobre este asunto en concreto haya tan alto grado de unanimidad en la región.

EL PERIODICO EXTREMADURA se suma también a esta aspiración legítima desde estas páginas, con el respeto necesario, pero también con la firmeza que requiere.

El pasado 18 de febrero este legítimo deseo sufrió un espaldarazo oficial cuando la Asamblea de Extremadura realizaba una declaración institucional en la que expresaba el deseo de los extremeños e interpretaba que la Patrona de la región debe pertenecer a su circunscripción natural.

Fue la culminación a constantes esfuerzos realizados por la sociedad civil, animada a solventar una cuestión eclesiástica que parece perdida entre los miles de asuntos que la Santa Sede debe resolver. La adscripción de Guadalupe y los 31 municipios extremeños a territorio eclesiástico extremeño es actualmente uno de los deseos más auténticos de la sociedad extremeña, una sociedad, por cierto, sin grandes totems identitarios. Parece que los extremeños están consolidando su identidad en el mundo globalizado y reconocen a la Virgen de Guadalupe como parte fundamental de ella.

AGRAVIO HISTORICO Y es que en este problema de la readaptación del mapa eclesiástico subyace un agravio que coloca a los extremeños en el estrato de quienes no merecen tener una patrona bajo una devoción autóctona. La Virgen de Guadalupe es patrona de Extremadura y de la Hispanidad. Sin embargo, desde época medieval su tutela eclesiástica se realiza en la diócesis de Toledo. Una sinrazón que dibuja una vez más la imagen de un pueblo resignado a un destino de injusticia. Pero la sociedad extremeña ha madurado mucho en los últimos años y ahora se siente con legitimidad, autonomía y fuerza para demandar abiertamente, con respeto, y por los cauces necesarios que Guadalupe sea, finalmente, 100% extremeña.

La Iglesia no puede vivir de espaldas a la sociedad y a la división administrativa. De hecho, los obispos extremeños y el arzobispo emérito de Mérida-Badajoz expresaron a Guadalupex a finales de 2009 su compromiso por subsanar lo que denominaron "la anomalía histórica y pastoral" que significa que Guadalupe y otros 31 pueblos dependan de Toledo eclesiásticamente hablando.

Ahora, pendientes de la decisión del Vaticano (que parece que duerme un auténtico ´sueño de los justos´) y que se encuentra "sustanciando" la demanda, la pelota se encuentra en el alero de la diócesis de Toledo.

A principios de este año el portavoz del Arzobispado de Toledo, Juan Díaz-Bernardo declaró a La Tribuna de Talavera que "Extremadura no recuperará Guadalupe", en una clara postura de intransigencia ante este asunto. Desde la ciudadanía se le pide a Toledo sensibilidad con la legítima aspiración de los extremeños refrendada por la Asamblea de Extremadura el pasado mes de febrero.