Un año más celebramos el Día de Extremadura, una fecha para festejar nuestras raíces, nuestra identidad y para mostrar nuestro orgullo como pueblo, pero también para alzar la voz y reivindicar aquello que consideramos de justicia para esta tierra.

Extremadura mira al futuro y lo hace sabedora de ser una región de recursos y oportunidades que, en esta ocasión, no podemos permitirnos desaprovechar. Nuestra tierra tiene estabilidad política, paz social y hemos sentando las bases para ofrecer seguridad jurídica a las empresas y para que los inversores puedan instalarse en la región. Para ello, hemos de poner al servicio de nuestra tierra las mejores herramientas de las que dispone la POLÍTICA y seguir trabajando para avanzar con paso firme hacia el progreso.

En esta tarea contamos con el impulso que nos otorga nuestro carácter, que nos conforma como un pueblo de gente sencilla, noble, hospitalaria, apasionada con los valores cívicos y con un enorme sentido de la responsabilidad política y la conciencia social y colectiva.

Una sociedad justa, ética y solidaria, con ciudadanos capaces de exigir sus derechos al tiempo que cumplen con sus deberes; deberes que se sustentan en el derecho de los otros.

Este binomio que reconoce derechos y deberes es la mejor receta para lograr sociedades que avancen juntas por el camino adecuado: el del empleo de calidad, el de la prosperidad compartida, el de la igualdad de oportunidades, el de la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres, el de la plena inclusión de todos y para todos, el del respeto por el planeta. El camino inequívoco hacia el progreso.

Vivimos una época de grandes retos y de grandes desafíos; una época que nos exige pensar en grande para poder hacer frente a lo pequeño y que nos obliga a resolver con sencillez lo complejo.

El cambio climático y, con él, una nueva cultura de energía, clima y agua. Anteayer firmaba con alcaldes y alcaldesas de Extremadura el compromiso en la contribución y cumplimiento de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Los ayuntamientos son la administración más cercana al ciudadano y constituyen un valor fundamental para propiciar que la ciudadanía participe de la justicia social, la cooperación, la cohesión territorial y la consecución de estos objetivos.

La despoblación y la crisis demográfica y, con ellas, una nueva manera de entender y gestionar las migraciones. Situaciones como las vividas este verano nos obligan a reflexionar sobre el principal componente que lleva aparejado el fenómeno migratorio, el humanitario.

Europa no puede vivir de espaldas a esta realidad y perderse en debates estériles que mezclan peligrosamente el populismo, el nacionalismo, el racismo y la xenofobia, debates que solo conducen al fracaso de las ideas y al triunfo de la lucha contra lo diferente.

Más allá de estos discursos simplistas, se trata de posicionarse con firmeza, de decir si se está o no de acuerdo con que la gente muera en el Mediterráneo, si se está a favor o en contra de que haya vidas de segunda o de tercera, ciudadanos con derechos y deberes desiguales.

Desde Extremadura seguiremos reivindicando una Europa donde los acuerdos económicos no estén nunca por encima de los derechos humanos.

Por todo, ahora es el tiempo de la política, del trabajo colectivo al servicio de un proyecto común que tenga como principal eje mejorar la vida de la gente, desde todos los frentes, desde todos los ámbitos.

También desde Extremadura.

Es tiempo de comprometernos con nuestra tierra, de reconocer que el futuro dependerá de lo que hoy hagamos para mejorar y cambiar lo que somos.

Pero también es tiempo de REIVINDICAR ante España y Europa, desde la responsabilidad y con la fuerza y el impulso de la confianza renovada, aquello que es de justicia para esta tierra:

• A finales del próximo año deben estar terminadas las obras del “TREN” a su paso por Extremadura.

• En el plazo de un año debe estar consensuado un Plan de Autovías que complete las conexiones suprarregionales de Extremadura.

• Un nuevo Modelo de Financiación Autonómica que permita abordar la incorporación de los nuevos medicamentos biológicos, de los nuevos equipamientos tecnológicos y de los recursos humanos necesarios.

• Participación de España y Europa en los nuevos regadíos y en la depuración de aguas aún pendiente y un abordaje global de la SEQUÍA en términos de presente y de futuro.

• Un Plan de Empleo para hacer frente a la brecha laboral existente entre mujeres y hombres.

• La DEPENDENCIA precisa del compromiso colectivo por lo que el 50% debe ser cubierto con fondos estatales.

• Participación del Estado en la Educación 0-3 años, que no fue incluida en las trasferencias educativas.

• Una PAC suficiente y justa para el campo extremeño, que propicie el mantenimiento y desarrollo del medio rural.

• Una negociación del nuevo Programa Operativo de la UE que permita dar un salto en la I+D y en la innovación.

• Un nuevo Plan de Vivienda que permita el acceso de los jóvenes a su primera vivienda y la incorporación de la eficiencia energética y la movilidad eléctrica.

El mundo se encuentra ante un escenario de enorme complejidad y la política necesita más que nunca de consensos que, hoy por hoy, parecen imposibles. Lo estamos viviendo en nuestro país y lo hemos visto en la reciente reunión del G-7 donde se ha puesto en evidencia algo que ya nadie puede negar: la capacidad de los líderes mundiales para alcanzar ACUERDOS de verdad, ni está ni se le espera.

A pesar de ello, sigo creyendo en la POLÍTICA y en quienes la ejercen y confío en un escenario futuro de entendimiento que haga posible afrontar los retos a los que nos enfrentamos.

No quiero dejar pasar este momento sin tener un recuerdo para los que estaban con nosotros hace un año y ahora no están. También para los extremeños en otros lugares de España y del mundo. A muchos los he podido saludar en las últimas semanas. Nuestro recuerdo y afecto sincero siempre.

FELIZ DÍA DE EXTREMADURA.